Dichas afirmaciones son, por decir lo menos, imprecisas, y flaco favor nos hacen, en un país catalogado como el más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. Su discurso habitual contra la prensa –y las asociaciones internacionales como ésta– resulta tóxico para la democracia incipiente que el propio presidente defiende en su discurso. Se contradice: “Tenemos la conciencia tranquila, nosotros no censuramos a nadie”.
No obstante, el presidente asegura poder probar que la gente que integra la asociación cuyo nombre se le escapa tiene intereses ocultos y que las violaciones a derechos humanos es un tema que sólo le concierne a México y da lecciones de moral porque “nosotros no nos metemos a opinar sobre violaciones que se cometen en Estados Unidos”, porque “somos respetuosos”.
Con todo respeto, señor presidente, el único respeto que debiera estar en la mesa de debate es justamente el de los derechos fundamentales, entre ellos la libertad de expresión. En 14 años, Artículo 19 documentó casi 5 mil agresiones contra periodistas, medios y comunicadores. Durante el proceso electoral de 2018 dio cuenta de 185 ataques contra la prensa. El año 2020 fue considerado por el organismo como “el más violento para la prensa desde que esta organización inició funciones en México”.
Por su parte, Amnistía Internacional (AI) informó que el año pasado 19 periodistas fueron víctimas de homicidio, cifra que coloca al nuestro como el país "más mortífero del mundo para periodistas en 2020". Además, 24 personas defensoras de Derechos Humanos fueron asesinadas. AI coincide, asimismo, con que el presidente minimiza las violaciones cometidas en su gobierno y estigmatiza en reiteradas ocasiones a los medios de comunicación por su labor crítica.
Que si la organización está financiada por diversas fundaciones internacionales, no es un secreto, como se puede observar en la propia página de Artículo 19, en la que se hace pública de forma transparente las contribuciones que recibe, ni una rara anomalía.