Sin embargo, la política exterior estadounidense en relación con Irán generó mayor incertidumbre, sobre todo en el manejo del programa nuclear de ese país. El Plan de Acción Integral Conjunto, también conocido como el acuerdo nuclear con Irán, fue un convenio internacional que tenía por objetivo restringir el programa nuclear iraní. En su momento, julio de 2015, se logró que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas –China, Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y Rusia, así como Alemania y la Unión Europea, firmaran el acuerdo. No obstante, a casi tres años de su firma, en mayo de 2018, el presidente Donald Trump anunció el retiro de los Estados Unidos del acuerdo.
En días recientes, se reunieron en Viena los participantes originales del acuerdo nuclear con Irán. El propósito fue realizar una segunda ronda de negociaciones en un intento por salvar el acuerdo. Se formaron dos grupos de trabajo, y el objetivo fue desarrollar una hoja de ruta para que los Estados Unidos e Irán puedan volver a cumplir con lo pactado en 2015. Sin embargo, existen una serie de situaciones que complican el proceso.
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Por un lado, la salida expedita en 2018 de los Estados Unidos del acuerdo genera mucha incertidumbre. Muchos se preguntan, razonablemente, si el próximo presidente de los Estados Unidos ratificará o se retirará de cualquier nuevo acuerdo, como ya lo hizo el expresidente Donald Trump. Si los hechos han demostrado que el próximo presidente puede simplemente retirarse, nada garantiza la validez del acuerdo en el largo plazo. Por otro lado, en Irán habrá elecciones presidenciales este año y hacer concesiones a los Estados Unidos no es exactamente una posición popular en ese país. En un año electoral, cualquier negociación con los Estados Unidos y sus aliados, se verá inevitablemente afectada por la política al interior de Irán y las fuerzas de los partidos y lo que el acuerdo pueda significar para el electorado de ese país.