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#ZonaLibre | Tú. El verdadero protagonista

Hemos llegado a una cita histórica, la de las elecciones 2021, en la que los candidatos parecen formar parte de colectivos actorales. No sobresale ninguno.
mié 14 abril 2021 11:59 PM
Marina del Pilar
Las campañas del 2021 no están despertando el interés de los votantes.

Algo no está funcionando. El sombrío escenario que pesa en el país entero muestra que llegamos a la recta final de la elección más compleja y grande de la historia en México, con una dura afrenta para los ciudadanos, que queramos o no, tienen que escoger entre cientos de personajes a quienes los representarán o quienes tomarán las riendas de las oficinas públicas para administrarnos.

Las campañas políticas del 2021 son quizá las más desangeladas, acartonadas y apáticas de la historia. Se demuestra de norte a sur, de ese a oeste, que la oferta política está degradada hasta la médula, con niveles de politiquería desmedidos.

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En el país de la tragicomedia, donde las campañas políticas suelen ser un pequeño respiro para el desahogo social, los comicios de la pandemia 2021 se han convertido en un arrebato, entre aquellos que quieren un motín a cuesta de lo que sea.

Las cínicas alianzas que se han presentado no logran cautivar a nadie. La falta de propuestas y los personajes que surgen de ultratumba ponen un ingrediente funesto a la ya tan desprestigiada etapa democrática que vivimos como país.

Hemos llegado a una cita histórica en la que los candidatos parecen formar parte de colectivos actorales. No sobresale ninguno. Mientras, los morenistas Félix Salgado Macedonio, de Guerrero, y Raúl Morón, de Michoacán, amenazan a consejeros del INE, cantan y bailan en una tarima, les acompaña un débil y insulso Mario Delgado, obligado a apoyarles, porque si se les salen de las manos queman todo, no solo sus estados, sino a su propio partido, al cual –muestran– no le tienen respeto alguno.

Y por otra parte, las extrañas sociedades que han organizado tanto el PAN, el PRI y lo que queda del PRD muestran desvergüenza. Los candidatos que representan a “Va por México” tienen el talante de la desfachatez y les es imposible negar su condición: incomodidad, malestar e incongruencia, síntomas que no les permiten salir a la calle a sonreír. Se muestran animados, en ganar, pero sin causas justas.

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La aparición de los minipartidos, como el caso del PES, Redes Sociales Progresistas, el Movimiento Ciudadano y otros, hasta el momento, ha mostrado que no vienen a sumar a la ideología política. Cada uno de ellos, funciona de distinta manera en los diferentes rincones del país, sin embargo, están clavados a las viejas prácticas de los partidos satélites, aquellos como el extinto PARM, el PT y Verde que solo han funcionado para cargar la balanza hacia el partido en el poder. Eso les ha funcionado por décadas para sobrevivir y recibir prerrogativas, así como escaños en las Cámaras que suelen vender sus votos, según el interés coyuntural.

Y así vamos transitando los primeros días de las elecciones menos atractivas, pero más importantes de los últimos tiempos.

Lamentablemente, la profunda crisis electoral que estamos viviendo no tiene una solución en las estrategias de marketing o con mejores spots.

Los perfiles que se han presentado a las diversas candidaturas simplemente no reúnen los requisitos básicos mínimos para que la gente se sienta representada o tenga en ellos la esperanza depositada para que la situación en el país se vea beneficiada por ellos. Hemos caído en un pantano de falta de representación y algunos de los candidatos incluso aceptan ser “el menos peor” a fin de ganar, sea como sea.

Pareciera que estamos condenados a regresar el tiempo, sin haber avanzado eficazmente en educación democrática. Estamos haciendo frente a un Instituto Nacional Electoral mermado, debilitado y que no tiene fortaleza en sí mismo, porque se ha basado durante años en la promoción vacía y el temor a ser sorprendido en corruptelas. Por eso es tan fácil para los radicales ir a mentarle la madre a los consejeros. La gente no tiene un apego real por el instituto, no lo tienen como una causa común.

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El país ha llegado a esta etapa decadente entre grupos de buscan su pequeño pedazo de poder, maniatando al electorado. Haciéndolo parte de su polarización y sus juegos sucios. Se gritan a la cara unos a otros: que ganarán, que son mejores, que son más queridos y apoyados. Mientras que la gente no tiene el menor interés por apoyarles, sin embargo, se les obliga a recibir sus aburridas campañas, escuetas propuestas y dádivas para hacer ganar a alguno de ellos, el próximo 6 de junio.

¿En verdad estamos obligados a ser parte de contiendas tan mediocres? ¿Merecemos ser representados por un cúmulo de gente a la que no le importamos sinceramente? ¿Tenemos que estar acallados y humillados ante una clase política que tiene una decadencia moral de ese grueso? ¿En verdad estamos condenados a la peor elección política de la historia?

Cuando ponemos nuestra voluntad y pasión a favor de uno u otro color, cuando endosamos nuestra voluntad, lo hemos perdido todo.

Estoy convencido de que vivimos un tiempo de dura reflexión. Que la pandemia nos ha enseñado a ir más allá, a entender que lo valioso de nuestras comunidades son lo que logramos recuperar, la salud de nuestros familiares y vecinos, emocionarnos porque doña Hortensia logró vacunarse a tiempo y sin contratiempos son pequeñas grandes emociones que nos han situado.

No, no se trata de “ellos”, de los que brincan de partido a partido, buscando mantener un salario. No se trata de que permitamos más, nos sigan viendo de arriba hacia abajo. Las elecciones más grandes de la historia deben de ser un ejemplo, de cómo se castiga a las funestas actitudes de la clase política.

Cambiemos la dinámica, no permitamos que ellos controlen su propio beneficio. Esta etapa de elecciones intermedias, debemos tomar nuestro papel, revisando sus hojas de vida, cuestionándoles, comprometiéndolos, obligándolos a dar soluciones. Nunca más a aplaudirles, ni a ofrecerles pleitesía, sino coordinación. ¿Quieren tu voto? Que se lo ganen.

Estamos a tiempo, la gente, de ser los verdaderos protagonistas de esta contienda.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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