Varios analistas han sugerido que la razón por la que Morena mantendrá su mayoría en el congreso y ganará la mayor parte de las gubernaturas es por su política social. Dicen que, siguiendo la tradición del PRI, Morena está convirtiéndose en “el gran benefactor” mediante programas de becas, apoyos y otros subsidios a la población.
Esto sin embargo no se sustenta en los datos.
Analicé los resultados de la cuenta pública por los últimos catorce años. La realidad es que cuando uno mide la cantidad de subsidios, prestaciones y provisiones de servicios públicos que se están dando con López Obrador, éstos son mayores que los Calderón, pero menores de los que se daban durante los primeros años de Peña Nieto.
Y no por poco. En 2021, el gobierno de López Obrador tiene un presupuesto de 674 mil millones pesos para subsidios y servicios públicos, lo que en términos reales es una reducción del 11% con respecto a lo que Peña Nieto tenía en 2014.
Otros analistas han dicho que Morena va arriba de las encuestas no por sus programas sociales sino por el tipo de programa, es decir, porque a diferencia de otros gobiernos López Obrador tiene una preferencia por “regalar dinero,” como le llaman despectivamente.
Esto tampoco se sostiene con los datos.
Cada año el CONEVAL analiza el presupuesto de programas sociales que se transfiere en efectivo. Los datos muestran que López Obrador lo está haciendo aún peor. El presupuesto de los programas sociales con beneficios monetarios parciales o totales en 2019-2020 fue de solo 476 mil millones de pesos, es decir 27% menor en términos reales que el presupuesto de 2014.
López Obrador no es un presidente que regale mucho dinero. Y peor aún, como ha mostrado OXFAM , la gran mayoría de los apoyos monetarios no están focalizados en los más pobres, sino que se dispersan entre personas de todo nivel de ingreso.
Finalmente, está quien dice que el problema no es que Morena de más dinero, sino que el dinero le llega más a más personas porque hay menos irregularidades en su uso. Esto puede ser y de hecho, parte de los datos sustentan este punto de vista.
La Auditoría Superior de la Federación ha encontrado que durante el último año de Peña Nieto se detectaron 70% más irregularidades y 55% más daños al erario que durante el primer año de López Obrador. Sin embargo, los datos tienen que ser tomados con cautela porque en año electoral, las irregularidades pueden aumentar.
Si fuera el caso que López Obrador no está “dando más dinero”, sino que está llegando más a las personas (porque hay menos irregularidades) entonces su votante es técnicamente muy racional y programático. Es decir, no está votando por un gobierno que “regala más dinero” sino por uno que es más eficiente en el despliegue de recursos. Algo que la oposición a López Obrador no quiere aceptar.
Otra posibilidad es que el electorado esté viendo las tendencias de gasto. Si bien Peña Nieto tuvo mayor presupuesto para programas sociales en 2014, no lo tuvo el resto del sexenio. De hecho, de 2014 a 2018, el PRI redujo en 20% su gasto social. La tendencia de López Obrador es completamente opuesta. Morena ha aumentado en 10% el presupuesto de los programas sociales desde que llegó a la presidencia.
Esto nuevamente implica una racionalidad muy desarrollada por parte del elector. Es decir, no se está votando por un partido que “de más dinero” sino por uno que muestra una tendencia presupuestaria positiva en el largo plazo. Nuevamente, algo que la oposición no quiere ver.
El votante mexicano parece mucho más racional de lo que los consultores caros de esta elección están diciéndole a sus clientes. Lo que estamos viendo en 2021 es a un electorado mucho menos clientelar de lo que creen.
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