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#LaEstampa | La distancia del presidente con las mujeres

Desde hace tiempo, el presidente ha convertido la narrativa de los intereses electorales en su recurso favorito. No hay contrapeso ni reclamo legítimo, todo se reinterpreta en el ajedrez del poder.
vie 12 marzo 2021 12:05 AM
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Las vallas se transformaron en memorial.

Por razones que solo él entiende, el presidente López Obrador ha decidido antagonizar al movimiento contra la violencia de género que ha aglutinado a miles de mujeres en todo el país. Es incomprensible. No hay gobierno progresista en el mundo que reaccione así ante el agravio femenino. Ni uno solo.

En México, la cosa es distinta. López Obrador ha tratado de presentar el asunto como una batalla más en la lucha por el poder, insistiendo que los contingentes de mujeres son, en realidad, títeres de intereses oscuros. Esto no es nuevo. Desde hace tiempo, el presidente ha convertido a esa narrativa en su recurso favorito. No hay contrapeso ni reclamo legítimo, todo hay que interpretarlo como parte del ajedrez del poder: quien tiene la osadía de reclamar o exigir la más elemental rendición de cuentas debe ser, por fuerza, un opositor.

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Esto es, por supuesto, un error. Ni la prensa, ni los organismos autónomos, ni los empresarios, ni los periodistas extranjeros, ni las calificadoras ni ese larguísimo etcétera que nos ha impuesto el presidente son opositores ni quieren el fracaso de su gobierno. O al menos no la mayoría. Pero algo es incontrovertible: el movimiento de mujeres, ciertamente, no es oposición. Que López Obrador insista en imponerles esa etiqueta no solo es irrespetuoso. Es, insisto, incomprensible.

En ese sentido, parece justo que la imagen culminante de ese antagonismo fabricado por completo por el presidente haya ocurrido frente a Palacio Nacional.

López Obrador ha tratado de vender el acorazamiento de la residencia presidencial como un gesto de prevención. Su equipo de comunicación fue un paso más allá. Superando a Orwell, Jesús Ramírez le llamó “muro de paz”. Es absurdo. La imponente cerca frente a Palacio, y sobre todo la intervención de las mujeres que usaron la superficie como un lienzo, ilustra la distancia que, por decisión propia, ha impuesto el presidente con las mujeres mexicanas. Y la imagen es imborrable.

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Nota del editor:

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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