Para nadie es un secreto que el gobierno de México falló en el manejo de la pandemia. Falló en comunicar la gravedad y alcance de la enfermedad. Falló en establecer medidas necesarias de prevención y mucho más en ser ejemplo de su aplicación. Falló en la diligencia de pruebas suficientes. Falló en el rastreo eficaz de contagios. Falló en el impulso de un programa de estímulo económico que permitiera a miles de familias permanecer en casa, a salvo de la pandemia. En eso y más falló el gobierno de México, y la historia así lo registrará, aunque sus aplaudidores de oficio se empeñen en imponer una verdad alternativa y acosen a los críticos de la estrategia.
#LaEstampa | El colapso del plan de vacunación
Pero si el gobierno fracasó en la contención del virus, ahora tiene la oportunidad de resarcirse en la segunda etapa crucial de la pandemia: la inmunización. Otros países, como Estados Unidos, han también errado en la estrategia de contención, detección y prevención. Esos países han asumido ahora la responsabilidad de desarrollar planes de vacunación y sistemas que sean eficaces
Estados Unidos avanza aplicando casi 1 millón y medio de dosis diarias. El gobierno anterior y el actual se combinaron para garantizar el acceso a 600 millones de dosis, suficientes para vacunar a la población entera. Otros países, como Canadá, compraron vacunas de sobra, asumiendo con admirable anticipación la importancia crucial de la etapa de inmunización.
¿Dónde queda México en este nuevo capítulo? Por los suelos.
Está en los últimos lugares de aplicación de vacunas. El gobierno maneja con casi completa opacidad el registro de vacunas adquiridas y su calendario definitivo de entrega.
El colmo ha sido el colapso del sitio de internet desarrollado para la obtención de citas de vacunación. La imagen de la página caída es un ejemplo perfecto de la ineptitud que, para desgracia de los mexicanos, ha contagiado a su gobierno desde el principio mismo de la amenaza del coronavirus.
Todavía tiene tiempo el gobierno mexicano. Todavía puede demostrar que es capaz de organizar una campaña de vacunación masiva y urgente, y hacerlo solo en aras de la salud pública no del beneficio político.
Si lo logra, merecerá el respeto universal.
Si no lo logra, el país sufrirá lo indecible.
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