El trabajo periodístico de colegas mexicanos y extranjeros no deja lugar a duda: el gobierno de la Ciudad de México se equivocó en su manejo de la pandemia, sobre todo en el crucial mes de diciembre, cuando postergó el cambio a rojo del tristemente célebre semáforo.
Las razones detrás de la omisión –también está claro– fueron eminentemente políticas. Como tantas otras cosas en el México de López Obrador, la jefa de gobierno Sheinbaum evitó tomar decisiones que antagonizaran la narrativa del gobierno federal. El cálculo es frío pero transparente: primero, apaciguar al padrino político de Palacio Nacional; después, pensar en políticas públicas sensatas.