Dos años en los que en cada mañanera nos recuerdan los tan reprochados y “mal administrados” 70 años de corrupción que “vivió” este país, un pasado que se vive en el presente. Cerca de los más de 700 días donde los 30 millones de personas votaron por un cambio, por el discurso de “primero los pobres”, por un, “No puede haber gobierno rico, con pueblo pobre", y por la frase que dijo a todo pulmón en su toma de protesta: "No le vamos a fallar al pueblo de México".
Estamos por cumplir 731 días, con la mayoría de esas frases, algunas con tintes religiosos, otras con sorna, y la mayoría para denostar a quien no comulgue con sus ideas. El “izquierdista” y líder de las encuestas a mano alzada, el que decía que no quería guardaespaldas porque el pueblo lo cuidaría, ese pueblo hoy está abriendo los ojos y le retiró el beneficio de la duda, porque se ha dado cuenta que no se está haciendo responsable de los resultados de sus malas decisiones, que hoy en día son sin duda peores que los de los sexenios pasados.
“No somos Iguales”, dicen todos los de la 4T; claro que no, en eso coincido con ellos, tampoco quiero entrar en disyuntivas con la procedencia del dicho, pero los actuales problemas que vivimos, a diferencia de administraciones anteriores, no es lo suficientemente distinta como para marcar una pauta diferente de este gobierno, porque son dificultades de enorme complejidad que requieren mucho más que el decir “no somos iguales”, no es suficiente y no lo han demostrado con resultados.
En estos casi dos años, se han dicho muchos “sofismas”, reminiscencias religiosas, promesas incumplidas, de quien no quería pasar a la historia como un mal presidente, pero todo indica que lo está logrando. Cada día demuestra que es un gobierno que se preocupa y está trabajando por las próximas elecciones, antes de pensar el país que dejará a las próximas generaciones.