Los recursos públicos totales son alrededor de 6 billones de pesos, y poco más de uno solo de estos billones es el presupuesto asignable, ya que los otros 4.5 están comprometidos (estados, poderes, autónomos, pensiones, pago de la deuda, entre otros). Ese billón sobre el cual giran las esperanzas de millones de campesinos, microempresarias, niñas y niños, jóvenes, indígenas, adultos mayores, científicas, personas en pobreza extrema y pobreza moderada es lo que lleva en pérdidas Pemex en tan sólo año y medio (345 mil millones de pesos en 2019 y 606 mil millones de pesos al primer semestre de 2020 según datos de la propia empresa).
La situación de Pemex ha sido insostenible desde hace décadas. Pero lo que hacía falta era darle viabilidad, no hundirlo. Al famoso demonio de “la reforma energética” se le pudo haber cambiado el nombre, reorientarlo, mejorarlo, compartimentarlo, pero se decidió, como muchas otras, destruirlo sin tener un plan alternativo viable. Uno que no pusiera en entredicho la solvencia de la empresa ni presionara al extremo las finanzas públicas del país, cuando el sector privado nacional y extranjero había comprometido recursos de sobra para pagar ese costosísimo salvavidas, y ahora se paga con recursos públicos que podrían ir a salud, inversión social y la reactivación económica.
La generación eléctrica no se queda atrás en esta ecuación que va contra cualquier modelo de sostenibilidad económica y ambiental. Decenas de proyectos con decenas de billones de dólares de inversión en energías renovables para la generación de electricidad han sido suspendidos o cancelados.
Hay desconcierto, pasmo e incredulidad en el sector privado nacional y extranjero. Mientras la CFE genera (dólares por megawatt/hora) energía a un promedio de 140, los privados pueden hacerlo a 21. Así de enorme la diferencia para los bolsillos de los mexicanos –y no se diga para nuestras fosas nasales y pulmones. Pero se cambiaron las reglas de un momento a otro y, ahora, en vez de que a la CFE la alimenten prioritariamente las energías renovables del sol, el aire, el agua, la biomasa e incluso el gas natural, la alimentará el combustóleo altamente contaminante y más caro proveniente de Pemex.