Ambas entidades han sido bastiones históricos del PRI. Junto con Campeche, Colima y Estado de México, forman parte de esa minoría de estados que nunca ha tenido un gobernador de otro partido. En Coahuila, la principal fuerza de oposición solía ser el PAN; en Hidalgo, por un tiempo lo fue el PRD y más recientemente el PAN. A partir de la información todavía preliminar sobre las elecciones del domingo, sin embargo, se puede observar lo siguiente.
En Coahuila, el PRI no solo refrenda su dominio, sino que lo apuntala. En la elección legislativa anterior (2017), obtuvo el 35% de los votos y 10 de 25 escaños; en esta, obtiene el 49% y 16 de 25 escaños. El PAN se desploma a un tercio de lo que era: de haber conseguido 30% de los votos y 9 escaños, ahora apenas logra 10% y 3 escaños. Por último, Morena tiene un muy buen resultado y duplica su presencia. Hace tres años, con el 11% de los votos, obtuvo 2 escaños; en 2020, con el 19%, se hace de 5. La mayoría de las encuestas adelantaba una victoria para el PRI, aunque no tan cómoda, y también una caída del PAN, si bien no tan pronunciada. El beneficiario de la derrota del PAN, evidentemente, es Morena, quien se convierte en la primera fuerza opositora en el estado, aunque no como para disputar el predominio del PRI.
En Hidalgo, pasa lo mismo: el PRI no solo confirma su mandato, incluso lo incrementa. En la elección pasada (2016) ganó en solitario 16 ayuntamientos y en alianza (con el PANAL y el PVEM) en otros 14; en esta ocasión, sin alianzas, se lleva 32 ayuntamientos. El gran perdedor de la jornada también es el PAN, que pasa de 15 a 9 ayuntamientos. Morena mejora ligeramente su posición, al subir de 7 a 9, mientras que los demás partidos (PRD, PT, PVEM, PES y MC) quedan más o menos tablas. A diferencia de Coahuila, la oposición en Hidalgo está más dividida y no hay un claro segundo lugar: Morena, PAN y PRD están parejos.