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#ColumnaInvitada | Acusan en EU a Cienfuegos: ¿por qué no en México?

En la captura del general Salvador Cienfuegos, no podemos celebrar que otros hagan el trabajo que nos corresponde como sociedad mexicana, es hora de que la Fiscalía se ponga a hacer su trabajo.
vie 16 octubre 2020 01:39 PM

El día de ayer el Secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard, dio a conocer a través de sus redes sociales la detención del General Salvador Cienfuegos Zepeda, Secretario de la Defensa Nacional en la administración de Enrique Peña Nieto, este hecho no tiene precedentes en la historia del Ejército Mexicano, pero tampoco en el sistema de justicia penal mexicano.

El cargo de Secretario de la Defensa Nacional, no solo es una cargo administrativo de nivel Secretario de Estado dentro de la administración pública federal, también es el Alto Mando del Ejército y Fuerza Aérea de acuerdo con la Ley Orgánica castrense.

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La detención del General Cienfuegos constituye un duro golpe a la imagen institucional de la Secretaría de la Defensa Nacional, pero también abre una profunda herida en la “moral” de las tropas, o sea, en el estado anímico de los integrantes de esta noble institución. ¿Por qué?, porque día a día hombres y mujeres arriesgan su vida para cumplir con las misiones que tiene asignado el Ejército y Fuerza Aérea de acuerdo a la Constitución Política y a las leyes que de ella emanan, pero para poder cumplir eficazmente con estas tareas necesitan un liderazgo y esa figura recae precisamente en el militar de más alto grado y cargo dentro de la Institución, en este caso –en su momento– en el General Cienfuegos.

La noticia tomó por sorpresa a la gran mayoría de mexicanos, incluida a la propia clase política, porque el General Cienfuegos es un hombre con una extensa carrera militar, una excelente hoja de servicios, entre las que destacan diversas comisiones que desempeñó como Comandante de la Primera, Quinta y Séptima Regiones Militares, Director del Heroico Colegio Militar, Agregado Militar de la Embajada de México en Japón, Inspector y Contralor General del Ejército y Fuerza Aérea y Oficial Mayor de la Sedena.

Se trata de un hombre enérgico, pero flexible ante las necesidades humanas, amante de la rígida disciplina militar, pero justo a la hora de aplicar los castigos, por eso, son desconcertantes las graves acusaciones vertidas en su contra: tráfico de drogas, conspiración y lavado de dinero, que no han sido probadas y que tiene que operar a su favor el principio de presunción de inocencia, sin embargo, en caso de probarse, implicarían una grave falta en contra de la confianza que la Institución depositó en él.

Este caso, que todavía se presta a la especulación, tiene varias aristas que dejan muchas dudas: ¿si el General Cienfuegos tiene vínculos con el narcotráfico, por qué no existe ninguna carpeta de investigación en su contra en México? Si las acusaciones por narcotráfico están fundadas en imputaciones hechas por testigos protegidos, ante la Corte de Brooklyn en Nueva York, ¿qué confianza se les puede dar a estos testimonios al tratarse de delincuentes confesos, que solo buscan beneficios económicos o procesales? ¿Por qué la DEA esperó dos años, una vez que terminó el cargo del General Cienfuegos para acusarlo de cargos criminales en Estados Unidos? ¿Es verdad que el Gobierno de México, no sabía que el General iba a ser detenido en Estados Unidos?

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En fin, las preguntas son interminables y las dudas no se resolverán en el corto plazo, lo que es una realidad es el fracaso del sistema de justicia penal en México, que ha demostrado ser incompetente para iniciar investigaciones serias, objetivas e imparciales ajenas a todo sesgo político, que den certeza a los mexicanos que cuando un servidor público, ya sea militar, policía o político, cometa un delito previsto en nuestras leyes y que haya afectado los intereses o patrimonio de la Nación, será investigado, procesado y enjuiciado en territorio nacional.

No podemos celebrar que otros hagan el trabajo que nos corresponde como sociedad, como fue en el caso del “Chapo Guzmán o el propio Genaro García Luna, es hora de que la Fiscalía se ponga a hacer su trabajo y exista la determinación política que mande un claro mensaje; que en México no se permitirá a la impunidad a los malos funcionarios públicos.

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Nota del editor: el autor ha laborado en dependencias de la Administración Pública; Secretaría de la Defensa Nacional, Centro de Investigación y Seguridad Nacional y Policía Federal. Es maestro en Ciencias Penales, profesor universitario, especialista en inteligencia y procesos de seguridad. Licenciado en Derecho, expositor y capacitador de diversos destacados diplomados en Juicios Orales, Mercadotecnia Política, entre otros. Actualmente se desempeña en el sector privado, cómo socio consultor en Consultoría “CMC Análisis e Inteligencia Empresarial”, empresa enfocada en la realización de auditorías y diagnósticos en seguridad, capacitación a cuerpos policiacos, diseño de equipos de seguridad patrimonial, investigaciones, entre otras.

Twiter: @RCelayaG

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Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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