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El problema de fondo de la libertad de expresión

La libertad de expresión esta más en vilo, pero no por lo que se diga, o deje de decir, en La Mañanera.
mar 22 septiembre 2020 11:58 PM
AMIS defiende la libertad de expresión
El debate sobre la libertad de expresión se ha vinculado a lo que el presidente expresa sobre el periodismo en las mañaneras.

Comienzo con una aclaración: me parece muy nocivo que López Obrador hable mal de la prensa en su conferencia mañanera. Y también creo que hace mal en equipararlos con sus opositores políticos. Ello infunde miedo y crea animadversiones innecesarias. El que lo haga, más que hablar de su fuerza, habla de sus debilidades.

A pesar de ello, me parece un error estratégico y de análisis el centrar la discusión pública sobre libertad de expresión en lo que dice, o deja de decir, en La Mañanera. Hacerlo así me parece no solo superficial sino autoindulgente.

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Centrarse en ello es obviar lo que son, verdaderamente, las causas de fondo del asedio al periodista: la precariedad laboral y el crimen organizado.

Ignorar estas razones de fondo es privilegiar los agravios de las élites periodísticas a costa del día a día del periodista de a pie. La libertad de expresión no se define en una conferencia donde López Obrador ha hablado hasta del jabón con el que se baña. Creer que sí es conferirle al presidente un poder que no tiene, olvidar el poder de quienes sí lo han tenido y obviar el verdadero fondo de las cosas.

Hay dos razones de fondo por las que el periodismo está en asedio:

La primera es el empleo precario. Salvo contados medios nacionales, la gran mayoría de los medios, sobre todo en los estados, no cuentan con recursos suficientes para pagarle bien a sus periodistas. El periodismo de investigación es un lujo. En promedio, el periodista tiene un trabajo precario, peligroso y mal pagado.

La principal razón por la que la libertad de expresión ha estado en vilo en México es porque el gobierno se ha aprovechado de la precariedad financiera de los medios. El silencio venía, casi siempre, de cañonazos de dinero o contratos públicos. Dinero que se otorgaba con la condición de que hubiera “buena prensa”.

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La precarización del periodismo también hay que rastrearla a los grandes dueños de medios. Algunos grandes empresarios mantienen medios a fondo perdido, con el mínimo presupuesto posible, solo para poder jugarle a la política. Ese juego político, que los beneficia a ellos, supone la precarización de miles de trabajadores de los medios.

Otra segunda causa de fondo por la que el periodismo está en asedio es el crimen organizado. El incremento más importante en el asesinato de periodistas en México sucedió en 2007, justo cuando se detonó la guerra contra el narco. De acuerdo con los datos del Comité para la Protección de periodistas, de 1994 a 2005 eran asesinados, en promedio, 2 periodistas en México. A partir de 2006, hay 7 asesinatos anuales. De continuar la tendencia actual, el año terminará con 5 casos.

El principal crimen contra la libertad de expresión es continuar con los niveles de violencia que tenemos.

Es por las dos razones anteriores que resulta sorprendente que haya quien piense que la libertad de expresión está más en vilo que nunca – debido, sobre todo, a lo que se dice en las mañaneras.

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No me parece que sea así y para muestra la historia. Los que se atrevían a cuestionar rudamente al presidente Zedillo en sus conferencias eran sacados del recinto y detenidos. Con Peña Nieto, las listas de invitados eran tan selectas que las preguntas rudas ni se daban. Otros presidentes censuraban dando dinero.

El uso de los recursos del estado para intimidar a medios tampoco es una cuestión de hoy. Pretender que es así es olvidar (selectivamente) que Peña Nieto tenía un equipo de espionaje que, según documentó la prensa internacional, usaba contra activistas y periodistas. El asedio a la prensa lleva décadas.

Finalmente, está la queja de que el gobierno tiene “redes de bots”. No lo dudo. Está mal. Sin embargo, en lo personal puedo dar testimonio que esas redes también las poseen otros intereses. Yo he hablado bien y mal de López Obrador. Nunca he experimentado mayor acoso que cuando digo cosas positivas de López Obrador.

En general, me parece que la libertad de expresión está afectada desde hace décadas. Abajo las cosas siempre han estado mal, si no es que peor. Es por ello que la discusión no debe centrarse en lo que dijo Taibo, sino en las verdaderas dificultades de hacer periodismo en México.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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