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El legado de Ruth Bader

La humanidad debiera estar de luto ante la muerte de la Jueza Ruth Bader Ginsburg, icono de la igualdad y ejemplo a seguir de quienes deciden consagrar su vida a la administración de justicia.
lun 21 septiembre 2020 11:00 AM
La jueza de 83 años indicó que los jueces no pueden expresar sus opiniones sobre los candidatos a un cargo público.
Ruth Bader Ginsburg, de 83 años, indicó que los jueces deberían evitar expresar sus opiniones sobre los candidatos a un cargo público.

Nadie duda que nuestra época vive bajo el signo de la incredulidad en las instituciones derivado, en gran medida, de un creciente sentimiento de injusticia y desigualdad. Aún más grave es que pareciera que las instituciones que imparten esta aclamada justicia son considerada frágiles e insuficientes para quienes proclaman el derecho como salvaguarda del orden, de la igualdad y de las libertades.

Y verdaderamente, nada debiera preocupar, o mejor dicho “ocupar”, más a las sociedades democráticas que garantizar jueces imparciales, valientes y sobre todo con convicción, pues la sentencia de un juez y la justicia se hayan consustanciados. Por eso hoy, la humanidad debiera estar de luto ante la muerte de la Jueza Ruth Bader Ginsburg, icono de la igualdad y ejemplo a seguir de quienes deciden consagrar su vida a la administración de justicia, y quienes, a través de su encargo –unos más modestos o relevantes que otros­– utilizan el imperio de la ley como instrumento del bien común.

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Respeto merecen quienes detentan tan imprescindible función en la sociedad. Sin jueces, sin tribunales, que apliquen el derecho, no es posible la libertad, la justicia, ni la convivencia humana, pues las leyes, cualquiera que sea su contenido, vendrían a convertirse en letra muerta.

Debemos convenir en que administrar justicia no es tarea sencilla, pues inevitablemente habrá intereses que se sienten lesionados ante un fallo adverso. Sin embargo, puede decirse que un buen juez es aquel que interpreta y aplica el derecho con una técnica impecable, sin necesariamente encausar su fallo hacia una determinada convicción. Sin embargo, hay otro tipo de juzgador, como lo fue la jueza de la Suprema Corte de Estados Unidos, aquellos que, como ella, entienden que la piedra angular del bien común y las libertades humanas son el derecho y la justicia. Y ven la justicia como ideal, como valor, que exige ser realizada y esto no puede lograrse sino mediante una constante convicción a través de sus fallos progresivos, muchos de ellos innovadores.

Como es bien sabido el paso de quien por su popularidad fue apodada “The Notorious R.G.B”, hacia la corte fue una completa travesía llena de paciencia, de lucha, pero sobre todo de talento y pasión por sus convicciones. Convicciones no solo plasmadas en sus fallos correctamente encauzados hacia los ideales de igualdad y libertad, sino también, sobre el legado que sus acciones personales, mas allá de la investidura como jueza, tendrían para las futuras generaciones de abogadas. Comprendió que su ejemplo de vida acrecentaría las posibilidades de todas las mujeres de ser juezas, abogadas de una firma, fiscales o servidoras públicas.

Es exorbitante pensar que de los 113 lugares que ha tenido la Suprema Corte de Estados Unidos de Norte América solo cuatro lugares han sido designados a mujeres. Sin embargo, esta opción era impensable antes de 1981 cuando la Juez Sandra Day O'Connor abrió por primera vez estas puertas, pasos que luego seguiría la Juez Bader, quien en 1993 se convirtió en la segunda mujer en llegar a este lugar.

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En el caso de México, la historia no ha sido del mucho distinta, a la fecha solo 13 mujeres han detentado el cargo de ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación empezando por la Ministra María Cristina Salmorán de Tamayo, quien en 1961 empezó a romper cadenas de la discriminación y la desigualdad y abrir estos espacios que por muchos años nos han sido y en muchos otros nos siguen siendo negados a las mujeres, solo por ser mujeres.

Ante esta realidad, el mérito –no menor por supuesto– de la Juez Bader no solo fue su batalla por llegar a la cúspide de la estructura institucional de su país, esto a pesar de todo pronóstico desfavorable que había en su contra (empezando por su género), sino que, además, una vez en la Suprema Corte, se distinguió por la avasalladora pelea a favor de las libertades individuales y sobre todo a favor de la igualdad. No solo utilizando su convicción personal, sino a través de convertirse en una jurista implacable, dedicada a logar la razón a quien la razón tiene, pero siempre por las razones correctas. Una impecable defensora del debido proceso y de la debida fundamentación en la Ley. Convirtiéndose en la jueza que su país, dado el contexto, le demandaba, sin titubeo alguno.

Solo con más mujeres como Ruth Bader Ginsburg ocupando lugares de toma de decisión, tanto en el sector público como en el privado, especialmente en el ámbito legal –espacios que siguen siendo exclusivos del género masculino– es como se va a continuar reduciendo la brecha de desigualdad. Hoy con su partida nos deja un fuerte legado de conciencia a todas las mujeres, pero en especial para nuestros jueces y juezas que al igual que ella, dejan la vida en un escritorio envueltos en resoluciones.

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La conciencia de que sus procedimientos y sus fallos, en un contexto de efervescencia como el que enfrenta nuestro país, pueden hacer la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, lo constitucional o lo inconstitucional y especialmente entre lo justo y lo injusto. Por lo que valdría la pena preguntarnos ¿si hoy nuestros juzgadores están a la altura que las circunstancias les demandan?

Ruth Bader Ginsbur, no nos queda más que decir gracias. Y ratificar la promesa que tu legado de manera implícita nos ha hecho prometer a todas:

A medidas que las mujeres alcanzan el poder, caen las barreras. A medida que la sociedad ve lo que las mujeres pueden hacer, habrá más mujeres afuera haciendo cosas y todos estaremos mejor por eso".
Ruth Bader Ginsbur

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de las autoras.

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