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Nos quedaremos sin gobierno

Si AMLO no cambia su estrategia, el 2021 será recordado como la fecha en la que México se quedó sin dinero para tener gobierno federal y comenzó a tener solo 32 gobiernos estatales.
lun 31 agosto 2020 06:00 PM
Foto oficial Conago LlX.jpg
El 19 de agosto el presidente tuvo una reunión con los gobernadores de todo el país.

Para López Obrador el gobierno es un “elefante reumático”. Un animal pesado, caro e innecesario que debería ser substituido por la liviandad de transferencias en efectivo. Esto es, para el presidente, el gobierno no debería tener la labor de construir programas, políticas públicas o estrategias, sino la labor de repartir dinero a quien más lo necesita. El gobierno, en su concepción, es una beneficencia que opera con los mínimos gastos posibles.

Algunos analistas dicen que López Obrador es como Robin Hood. No es así. Ni remotamente.

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López Obrador no tiene interés alguno en quitarle a los ricos para darle a los pobres. Su ideal de justicia no es redistribuir sino, simplemente, que los ricos paguen lo que deben. No más, no menos. Dos años de gobierno nos han mostrado que para él, los ricos deben pagar los impuestos que fijaron gobiernos anteriores aún si las reglas para el pago de impuestos fueron hechas por “la mafia del poder”.

Hay mucho que López Obrador critica de “los neoliberales”, pero no sus leyes fiscales. Esas reglas del juego no van a cambiarse, son justas y deben implementarse.

El sello neoliberal del sistema fiscal mexicano no tendrá un rasguño. Seguirá pagando los mismos impuestos una personas de la clase media alta que un ultra-rico. La riqueza no tendrá cargas fiscales. Su reforma de pensiones es un impuesto al trabajo y no al capital.

Al presidente no le gusta esa idea de cobrar más, ni de endeudarse. Para él un buen gobierno es un gobierno raquítico, que sobrevive a partir de tener trabajadores comprometidos con la causa pero mal pagados. En su imaginación hay miles de personas que pueden trabajar por amor al arte y/o a su proyecto.

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Esa forma de concebir el gobierno ya era problemática en 2019. Su ideología causó el despido de miles de personas del gobierno y eliminó múltiples programas sociales que eran funcionales.

En 2020, esa ideología ya no solo fue problemática sino potencialmente mortal. No es del todo descabellado pensar que si el gobierno hubiera aumentado el gasto para realizar una transferencia en efectivo a los más pobres, informales y desempleados, la pandemia hubiera sido menos letal. Las personas hubieran podido quedarse en casa y con ello reducir los contagios.

No es del todo seguro que hubiera sido así, el caso de Perú demuestra cómo, en estados disfuncionales, aún con amplias transferencias y endeudamiento, es imposible mantener a las personas en casa. Sin embargo, quizá sí pudo haber tenido un impacto.

En 2021, de no rectificarse la ideología del presidente, sus ideas podrán suponer el fin, no solo del gobierno federal, sino del proyecto mismo de López Obrador. En una forma de suicidio lento, el el presidente ha ido recortando cada vez más recursos y operando con cada vez menos gente. Muchos de sus trabajadores están descontentos, pero no se van porque no hay alternativa en una economía deprimida. Muchas de las ideas que él mismo quería implementar han sido rechazadas por costar dinero. Sus recortes que aspiraban a ser de hasta el 75% del gasto operativo, lo dejaron rodeado de personas sin recursos, sin computadoras, sin capacidad de acción.

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El gobierno federal se ha convertido en una beneficencia mal financiada y en un ejército que la hace de todo: constructor, policía, aduanero, etc. Y con ello está cavando su propia tumba.

El vacío de gobierno no quedará vacío por mucho tiempo. Será tomado, y ya esta siendo tomado, por los gobernadores. Los Estados aumentarán su deuda y gastarán lo que López Obrador se niega a gastar.

La ironía, y lo que López Obrador no parece entender es que, si los estados continúan endeudándose al punto de ya no poder pagar, será el gobierno federal quien tenga que rescatarlos de todas formas. Los rescatará sin beneficio alguno para la federación, y con un enorme beneficio político para los estados.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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