Esta pandemia puso en evidencia la falta de liderazgo presidencial, que prefiere desafiar todo en lugar de guiar a la población. Poniendo en riesgo diario a ese pueblo que tanto dice representar y defender, pero a quien lentamente mata López Gatell, con el pleno aval del presidente.
Siendo justos, sí hay algunas diferencias. Hoy la Administración Pública Federal toma decisiones únicamente con base en rencores y resentimientos; está plagada de incapacidad, de ideas obsoletas; y completamente vacía de convicción y comprensión del servicio público.
Otra diferencia son los spots presidenciales por el segundo informe de gobierno. Nunca se habían visto spots tan vacíos de datos y acciones de gobierno, y tan llenos de frases de campaña que solo denuestan a los que pensamos diferente y mienten sobre la realidad del país.
En síntesis, llevamos dos años sin presidente ni Jefe de Estado, solo un candidato. Y dos años sin la menor señal de los contrapesos ni oposición, quienes solo parecen aferrarse a los pocos privilegios que ellos creen que les quedan.
Dos años de seis que definitivamente pasarán a la historia, pero de manera totalmente opuesta a lo que el pseudo líder aspira.
Dos años en los que ha quedado claro que no hay transformación, ni siquiera intención de hacerla. Solo hay graves errores, abusos y excesos iguales a los del pasado que están costando demasiado al país, y de los que, parafraseando a la única senadora de altura, la historia no absolverá a la 4T.
Dos años en que, a quienes dimos el beneficio de la duda sin ser sus fanáticos, nos han dejado sin argumento posible de defensa, y con todos los argumentos para decir: son lo mismo pero menos capaces.
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