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#LaEstampa | Trump vende deshonestidad, y podría funcionarle

El presidente de Estados Unidos se ha apropiado del Partido Republicano y es un hombre peligroso, pero también ha demostrado que puede ser un hombre eficaz, advierte León Krauze.
jue 27 agosto 2020 11:59 PM
Trump y Pence
La nominación de Trump como candidato del Partido Republicano se formalizó esta semana.

Después de la convención del Partido Demócrata que ocurrió la semana pasada, esta semana ha tocado el turno al Partido Republicano. Es un decir: la realidad es que el Republicano hace tiempo que dejó de ser un partido político para convertirse, en cambio, en un culto dedicado a celebrar la personalidad de un solo hombre.

Más allá de simpatías o antipatías, es innegable que en el Partido Demócrata caben políticos y votantes de distintas partes de la izquierda estadounidense, desde Bernie Sanders hasta Joe Biden e incluso más a la derecha. Ya no se puede decir lo mismo de los republicanos.

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Como ha quedado claro en la convención virtual de esta semana, el partido pertenece a Donald Trump. Pero la influencia de Trump es muy superior a la que en su tiempo tuvieron otros estandartes, como Reagan y Bush. Como prueba basta la lista de oradores de la convención republicana, que incluye a los cuatro hijos adultos de Trump, además de la primera dama e incluso la novia de Donald Trump Jr., el hijo mayor del presidente de Estados Unidos. Todos congregados con un solo objetivo: defender no solo el gobierno de Trump, sino a la figura misma del presidente.

Tan llamativo como la cantidad de familiares del presidente es la ausencia de voces diversas del partido. En el 2012, en la convención que nominó a Mitt Romney a la presidencia, los republicanos convocaron a los senadores, gobernadores y congresistas del partido, representantes de distintas vertientes ideológicas dentro del movimiento conservador, y a varias generaciones diferentes, todos unidos bajo la carpa del partido.

A la convención del 2020 solo han asistido los leales a Trump, sus feligreses y acólitos apasionados. Esto incluye, de manera particularmente escandalosa, a miembros del gabinete de Trump.

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Así, de pronto, apareció en pantalla el secretario de Estado, Mike Pompeo, hablando desde Israel (donde estaba en visita oficial). La participación del máximo representante de la diplomacia estadounidense en una convención de un partido para realizar un acto proselitista es éticamente incorrecta y potencialmente ilegal. Pero a Trump le importa poco. Parece dispuesto a pisotear normas implícitas y explícitas para mantenerse en el poder.

Es un hombre peligroso. Pero, por desgracia, también puede resultar un hombre eficaz. En tiempos de temor y confusión, la desfachatez a veces resulta suficiente. Veremos qué dice el electorado en Estados Unidos. Falta cada vez menos.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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