La pandemia nos ha dejado una multitud de imágenes descorazonadoras. El sufrimiento de los enfermos y la impotencia de los dolientes quedarán para siempre en la memoria, lo mismo que la desesperación de los millones de desempleados en todo el planeta, que en solo un par de meses han visto desaparecer el trabajo de una vida.
Pero estos tiempos inéditos también nos han regalado muestras de solidaridad y aprecio al prójimo como no habíamos visto en muchos años. Las más evidentes son los aplausos cotidianos que reciben los trabajadores de la salud al terminar cada turno. En casi todo el mundo, la gente reconoce en ellos a los verdaderos soldados de esta singular y difícil batalla que ha debido enfrentar la humanidad.