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#ZonaLibre | Política sin líderes morales

López Obrador puede perder la oportunidad de pasar a la historia como el primer presidente en la era moderna que procede de la lucha social, para convertirse en el “pequeño presidente de sus fans”.
jue 30 julio 2020 06:20 AM
AMLO en Guerrero
Pese a que la Secretaría de Salud ha recomendado tomar medidas preventivas para evitar el contagio del coronaviruas Covid-19, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha mantenido la realización de eventos públicos. Este sábado, estuvo en localidades de Guerrero.

La palabra “moral” es utilizada comúnmente en los discursos del presidente López Obrador. Para quienes lo apoyan desaforadamente es una analogía de la necesidad de cambiar paradigmas en el país a través de su figura. Mientras que para sus muchos otros contrarios es asociada con “moralismo” mesiánico; una conducta que raya en la locura.

Ambas posturas son radicales y muestran estar equivocadas. Reflexionemos en ello.

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Ante la polarización que vivimos rumbo a las elecciones más grandes de la historia en 2021, la oposición tiene una necesidad de mostrar su brazo fuerte, lamentablemente para su causa, la gran mayoría de las encuestas apuntan a que el partido Morena, a pesar de las infinitas controversias y equivocaciones, tiene más fuerza rumbo a la obtención de diputaciones, alcaldías y gubernaturas.

La falsa generación “impecable”

En diversas ocasiones, hemos escuchado la “necesidad de que surjan líderes políticos”, sin embargo, quienes creen que los liderazgos pueden emerger como generación espontánea tienen equivocado el rumbo que requiere un país tan lacerado políticamente, como lo es el nuestro.

En la creencia neoliberal es importante construir liderazgos con grandes títulos y puestos públicos. Este pensamiento ponderó en la política durante décadas, sin embargo, ha fracasado rotundamente.

Ante los distintos escándalos de corrupción que abundaron en los pasados sexenios, una coincidencia es que los personajes señalados y acusados fueron estudiantes de escuelas respetadas, o bien, fueron llamados “nueva generación de políticos”, como en su momento llamó Enrique Peña Nieto a los –en aquel 2012– jóvenes gobernadores Roberto Borge, César y Javier Duarte.

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Claramente, la oposición, llámese PRI, PAN, PRD, Movimiento Ciudadano u otro organismo político contrario a la 4T están sufriendo una realidad que nunca imaginaron, sin embargo, están pagando caro lo que fueron generando por años al no construir cuadros que se convirtieran en verdaderos gestores sociales, sino en “productos políticos” que pudieran ser fácilmente “vendibles” en elecciones.

Mucho de lo que está sucediendo con el caso de Emilio Lozoya tiene que ver con este tipo de arquetipos de personajes que ante las cámaras son impecables y cuidan su imagen mientras están ante los reflectores, pero apenas “rascándoles” un poco sobre su actuar son igual o más corruptos que las generaciones que les precedieron.

La necesidad imperante en el país es de verdaderos “líderes morales” en la política, es decir, aquellos que durante años han sido ejemplo de congruencia entre lo que dicen y lo que hacen. Si escarbamos en las instituciones actuales (incluyendo Morena y los partidos satélite como PT o verde), verdaderamente adolecen en el tema.

#QuéPasóCon... los Duarte y Borge

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Puede ser, porque los verdaderos liderazgos se han apartado ante la suciedad que representa ser parte de los partidos, o bien, son personajes completamente ocupados en sus causas; que trabajan diariamente sin aparecer en los medios o no tienen ninguna intención de que la gente conozca su labor, pues lo hacen sin necesidad de reflectores.

Para nadie está en duda que las instituciones políticas están apestadas y son repudiadas por una gran parte de la población.

Reza el refrán “El buen juez por su casa empieza” y el Instituto Nacional Electoral es una institución que no ha logrado mostrar una completa limpieza, ni la integridad suficiente que requiere tan loable organismo (sin buscar caer en los excesos proselitistas en el tema, que maneja John Ackerman).

El presidente de los suyos; una devaluación del liderazgo

Obviamente, no es la primera vez que el país está sumergido en una crisis política como la actual. Alguna vez escuché, por Enrique Krauze, la historia del reconocido historiador Daniel Cosío Villegas, el cual en 1970 escribió una carta pública al entonces presidente Luis Echeverría, en ella, el también economista señalaba: “México no necesita tanto un líder político; tampoco un reformador administrativo; ni siquiera un promotor enajenado de las obras públicas. Por lo que clama es por un líder moral, que sirva de ejemplo y de inspiración a todo el país”.

Echeverría al leer aquello, decidió “emprender” una nueva etapa democrática en el país y durante algún tiempo parecía que realmente quería pasar a la historia como un prócer. Sin embargo, terminó convirtiéndose en uno de los presidentes más oscuros.

Cincuenta años después, las palabras de Cosío Villegas cobran fuerza para hacer una crítica constructiva y también una alarma constante al liderazgo de AMLO. Quien pareciera estar conforme con ser el líder de “sus votantes”, que trabaja diariamente para ellos sin mirar hacia los que no son su rebaño. Ante esa óptica, el presidente podría perder la oportunidad de pasar a la historia como el primer presidente en la era moderna que procede de la lucha social, para convertirse en el “pequeño presidente de sus fans”.

Aquel que está interesado en la política en este país debe de comprender que existe un llamado mucho más allá de ganar elecciones. Que se trata de congruencia, de una visión más amplia de que puede ofrecer la partidocracia y la urgencia de que la gente encuentre en sus próximos representantes gente entregada a causas justas que verdaderamente afectan a todos.

Si realmente los partidos políticos quieren limpiar su condición y cooperar con la democracia mexicana, deben dejar de ver solo lo que está frente a sus narices y sumar en sus candidaturas a verdaderos liderazgos que durante años han persistido con pasión para ayudar a sus semejantes. Me refiero a quienes en sus colonias, comunidades o poblados tienen un nombre intachable, son muchos de ellos, los que necesitamos en las alcaldías, gubernaturas y el Congreso de la Unión.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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