Pero el destino no tiene que ser uno que dependa de la buena voluntad o deseo momentáneo de las autoridades. No les corresponde a ellos determinar caprichosamente si van a hacer lo que más conviene al país en cuanto a atender las principales causas de las diferencias, rezagos, injusticias, inequidades y demás problemas de la nación. No son sino empleados de la sociedad y, por lo mismo, sujetos a su escrutinio y evaluación permanente. El ejercicio comicial les genera un contrato de servicio, no una potestad ilimitada de decisiones en sus respectivos ámbitos. Y por ello importante informarnos permanentemente y así tener capacidad plena y objetiva para criticar lo que no sirve, y a su vez exigir continuidad con lo que sí tiene mérito (ambas facetas críticas de un examen productivo y propositivo).
La división de poderes es una de las aristas fundamentales para evitar abusos. Particularmente, importante en la época actual el proceso de escrutinio que tiene a su cargo el Poder Judicial. Tenemos, además, el muy relevante papel del llamado Cuarto Poder que corresponde a la prensa crítica y contestataria, un elemento de balance fundamental al que se debe proteger y enaltecer siempre. Esos factores de balance hoy están amenazados por la vorágine autoritaria con que se desempeña la primera magistratura. Pero en esta entrega venimos a apelar adicionalmente a la importancia de que otro contrapeso permanente y contundente lo constituya también la opinión pública, y más concretamente el actuar de una ciudadanía informada.
El llamado al que finalmente nos ceñimos y referimos es aquel que implica que los ciudadanos seamos mucho más exigentes de lo que tradicionalmente hemos sido. Solamente con una población vigilante y celosa del servicio público lograremos tener un mejor país. Se trata de salvaguardar los puntos torales en base a los cuales se elige a gobernantes, no dejando que se desvíen en aventuras o caprichos personales, y no tolerando desvíos que sean ajenos al mejor desempeño público.
Nada de que se nos diga que se toman decisiones sin estudio, evaluaciones o diagnósticos. Mayor preocupación cuando además se dice que la ciencia no sirve, y que los profesionistas son irrelevantes. Ahí se deben prender todas las alarmas porque esa toma de decisiones con esa dinámica no puede sino llevarnos a enormes derroches de recursos y oportunidades perdidas. Basta ver lo que está sucediendo en materia sanitaria para advertir que las cosas no marchan bien. Por un lado se marca al país todo en rojo, por otro se dice que cada entidad federativa decida como quiera, y como cereza en el pastel el Presidente se lanza a realizar giras. ¿Pueden ustedes imaginar mayor incongruencia, irresponsabilidad y ligereza?
Ahora se entiende en su verdadero alcance dramático que cuando el Presidente dijo que no tenía ciencia gobernar, al parecer se refería que no aplicaría el conocimiento científico y técnico durante su mandato. Y por lo visto lo está cumpliendo porque vamos caminando a ciegas y sin sustentos técnicos ni expertos en todos los campos de la tarea pública. Un Presidente todólogo, un gabinete inexistente, un coro de aplaudidores, y por si fuera poco, una pseudo-prensa a modo sentada en primera fila todos los días en las mañaneras. Simulación y encapsulamiento en un mundo alejado de la realidad y de los estudios. No se atreven a conocer o investigar. Basta la voz del líder entronado e intocable.