Dicho sea de paso, la descalificación ya grave contra los galenos se multiplicó contra ingenieros, arquitectos, abogados y profesionistas en general. Y como no, si son estas personas con preparación las que pueden descifrar las sandeces que implica la política de combustión de la 4T. Al que se atreva a contradecir al iluminado le toca la flamígera actitud de quien dice gobernar el país. Y es por ello que cuando al presidente se le ocurre decir que ya ve la luz al final del túnel, lo menos que nos podemos imaginar es que es un tren en sentido contrario. Y si no me creen, díganme qué opinan de que en una de sus mañaneras recientes se atrevió a decir y presumir que en estos meses hay más muertos por homicidios dolosos que por el COVID-19. ¿Lo pueden creer? ¿Hasta cuándo tocaremos fondo?
Hablando de luz en el camino, debemos reconocer que la resolución unánime del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al resolver sobre la inconstitucionalidad de la llamada Ley Bonilla sí brinda oxígeno puro. Se constituyó en el contrapeso necesario para sujetar los actos de gobierno que se impugnen al escrutinio de su compatibilidad con los derechos humanos y requisitos Constitucionales y legales respectivos. Pero también hay que señalar que ese rasero de evaluación no se apreció en los casos de las obras faraónicas de AMLO, en los cuales, los jueces cedieron a las presiones que llegaron desde la oficina de la Presidencia, a pesar de que los mismos adolecían de los permisos mínimos esenciales para su operación (y probablemente aún no los tengan).
Aquí la interrogante es si en las batallas que vienen, por ejemplo contra la inutilización arbitraria de energías renovables, el Poder Judicial Federal se consolidará como el fiel de la balanza, o como un súbdito del Poder Ejecutivo Federal. La nación entera estará expectante de ver el tamaño y compromiso de los Ministros para cumplir con sus obligaciones constitucionales. Esperamos que la resolución reciente que erradicó el adefesio jurídico generado por los entonces pseudo-legisladores de Baja California sea indicativo de lo que viene. Ojalá que así sea. Al tiempo.
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Otra pregunta es si hay aún quien en el equipo presidencial tenga un dosis remanente de sentido común y racionalidad (muy distinta a la "rocionahledad" que nada tiene que ver con esos conceptos). Dejando de lado los radicales incorregibles (Nahle, Sandoval, Taibó, Polanco, Buenrostro, Ackerman, etc.) uno preguntaría si del lado de los mesurados (Ebrard, Romo, Herrera y hasta Monreal) no hay quien pueda poner alto a la campaña de destrucción en marcha. Si no lo hacen pronto no habrá forma de que salven la responsabilidad que les será exigible por acciones y omisiones. Que no nos digan después que era por disciplina o por no dinamitar sus aspiraciones políticas o electorales no los exime de su corresponsabilidad como cómplices de la erosión de nuestro país.