Después de lo sucedido el pasado 8 de Marzo con la enorme expresión de las más de 60 marchas y el éxito rotundo del día 9 con #ElNueveNadieSeMueve, nuestro país no puede, no debe de ser el mismo. El estruendoso silencio de las mujeres el pasado lunes es una muestra de unidad femenina nunca antes vista por una causa tan justa como la violencia de género, los feminicidios y la imperante impunidad. Pero también desborda la esperanza, la que tiene que ver con cambios sociales reales, tangibles y visibles de gente que se levanta para dejar a un lado el miedo, la apatía y tomar las calles, sus calles.
Claro que las extrañamos el pasado lunes, porque indudablemente México resintió la ausencia de las mujeres en las escuelas, oficinas y los establecimientos comerciales. Porque nos dieron un ejemplo que no debemos olvidar, de que más allá de los gritos y las mentadas de madre, las pintas y las pancartas, el discurso de las mujeres es el más valioso en medio de un país plagado de desesperanza y desmotivación.