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#ZonaLibre| A Ingrid la asesinó uno de nosotros

Lo de Ingrid Escamilla es una lacerante historia que nos abre los ojos una vez más; que nos ofende, nos hace bajar la cabeza, reflexionar, enojarnos o incluso recapacitar.
mié 12 febrero 2020 07:02 AM
Caleb Ordóñez promo
Abogado, comunicador y especialista en Periodismo digital por la Universidad Complutense de Madrid.

¿Qué pasó en realidad esa noche? ¿Qué pasaba por la mente de Erick Francisco cuando algo lo llevó a asesinar a su propia pareja de la manera más atroz posible? Ingrid Escamilla fue desollada, su homicida le cortó la piel del rostro hasta las rodillas. A sus escasos 25 años, vivió la crueldad y la misoginia al peor de los grados.

A Ingrid la recuerdan como “alegre, con mucha ilusión de vivir y un corazón noble”, según sus amistades.

Había terminado su maestría en la Administración de Empresas Turísticas en la Benemérita Universidad de Puebla (BUAP). Le ilusionaba su nueva vida en la Ciudad de México, en sus redes sociales publicaba los recorridos que hacía por diversas colonias. Polanco era su favorita, en donde actualmente trabajaba.

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Ese fatal 9 de febrero alguien muy cercano apagó la luz de su vida, en su propio hogar. La Secretaría de Seguridad de la Ciudad de México recibió una llamada anónima que denunció la muerte de una mujer en la calle Tamagno, colonia Vallejo.

Ahí, los policías encontraron imágenes aterradoras: el cuerpo de Ingrid sin piel, sin sus órganos internos; una terrible expresión de dolor. Ante la barbarie, el asesino estaba arrodillado, miraba fijamente el cuerpo. Era evidente su adrenalina y la mente nublada. Sostenía el arma con la que cometió el crimen. Antes había intentado esconder pruebas, metiendo parte de las vísceras de Ingrid en una bolsa de basura y deshaciéndose de otra parte por la cañería.

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Durante todo el tiempo de ese salvajismo, estuvo presente como testigo el hijo del feminicida, Rodolfo, de apenas 15 años.

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El negocio de la violencia

Las fotografías del cuerpo devastado comenzaron a surgir en redes sociales.

¿Quién las había filtrado? ¿Para qué? Son algunas de las preguntas que se hacen miles de mexicanos, que se han enardecido ante dicha filtración. Esas amarillistas imágenes fueron utilizadas por algunos medios digitales e impresos, faltando el respeto a la memoria de la víctima y además contribuyendo al ambiente violento en el país.

Dar a conocer los hechos es necesario; sin embargo, pareciera que en México la violencia está “normalizada”. Desde hace tiempo hemos consumido asesinatos violentos como si se trataran de un entretenimiento más.

Sobre el tema: El feminicidio y la extorsión aumentaron durante 2019 en la CDMX

El mostrar las fotografías del cuerpo de Ingrid demuestra que hay una nula capacidad de empatía con la joven, que un cuerpo desollado puede ser utilizado como un objeto de consumo para el morbo.

“¿Cómo fue que la mataste?”, le pregunta el policía al asesino, en un video que trascendió también a través de redes sociales. Él contestaCon ese mismo cuchillo que me golpeó se lo enterré por el cuello”.

Érick, es un hombre de 46 años, de profesión ingeniero, según el mismo declara. Ensangrentado por todo el cuerpo.

El policía sigue interrogándolo con la cámara de un teléfono: “¿Y dónde tiraste todas sus partes, todas sus piezas, la carne que le quitaste?”. El criminal confeso insiste: “Le digo, que en el drenaje”.

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Afortunadamente, el asesino estaba en el lugar y confesaba su crimen. Son miles los que siguen en el país, viviendo en completa impunidad.

Y así, prácticamente a diario, en México hay una noticia que nos horroriza por la brutalidad, injusticia o saña en cuanto a los asesinatos que se perpetúan a lo largo y ancho del país. Lo de Ingrid es una lacerante historia que nos abre los ojos una vez más; que nos ofende, nos hace bajar la cabeza, reflexionar, enojarnos o incluso recapacitar.

De los miles de tuits que se han escrito exigiendo #JusticiaParaIngrid hay uno que me llama la atención. Se trata del escrito por el politólogo Leonardo Nuñez:

“A Ingrid Escamilla la mató uno de nosotros.
A Ingrid Escamilla la atacó como un animal, uno de nosotros.
La foto de sus restos fue filtrada, por uno de nosotros.
Su imagen terminó en portadas de periódicos, por uno de nosotros.
Tienen derecho a quemarlo todo. #JusticiaParaIngrid ”.

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Llama la atención la cantidad de hombres ofendidos, pidiéndole que no generalice, al

también profesor. Sin embargo, la situación de la relación hombres y mujeres en el país se ha polarizado entre bandos, por supuesto que eso no es el ideal. La muerte, violación o secuestro de un ser humano a manos de otro son fracasos de la relación humana.

Hace apenas unos días, Alejandro Gertz Manero, Fiscal General de la República, propuso eliminar el delito de feminicidio, desatando críticas severas por parte de organismos y organizaciones nacionales e internacionales.

La ligereza de las palabras del fiscal son una ofensa para las miles de víctimas en el país que no han encontrado justicia. Un hombre, hablando de eliminar el feminicidio, confirma que nuestro género sigue denigrando el trastorno real y comprobado la misoginia, u odio contra la mujer, que persiste y está arraigado en nuestra cultura, que nos tiene como segundo lugar mundial de asesinatos a mujeres y al parecer no existe algún tipo de estrategia que se busque implementar para auxiliar a la mujer a causa de las mentes trastornadas de cientos de miles de mexicanos hombres.

Y una vez más, a recordar los malditos datos

En México son asesinadas 10 mujeres al día, según las Naciones Unidas y la Comisión Nacional de Derechos Humanos. El año pasado, sólo 976 de las muertes reportadas fueron registradas como feminicidio.

Expertas y académicas sostienen que la cifra real es mucho mayor, pues hasta el 90% de los delitos no son reportados, esto sucede por la desconfianza de que se vayan a investigar y resolver. Hay análisis académicos que indican que en 2019 fueron asesinadas más de 3,800 mujeres.

Coraje y denuncia, los testimonios de mexicanas sobrevivientes a feminicidios

En más del 60% de las relaciones de pareja, existe la violencia –y el porcentaje va en crecimiento– por lo que es demasiado común.

La ciencia trabaja diariamente para ayudarnos a entendernos mejor, comprender nuestro cerebro y porque puede activarse de forma criminal.

Lo de Ingrid no fue un arranque o una posesión demoniaca como el asesino declaró en un principio.

Se trata de un trastorno que va avanzando día con día y que es urgente abramos los ojos para ver como avanza la violencia en nuestras relaciones.

Ingrid ya había denunciado a Érick en repetidas ocasiones, la última había ocurrido apenas siete meses atrás, nadie le hizo caso.

Un estudio de investigación del psicólogo y criminólogo Raúl Aguilar Ruiz, publicado en la edición digital del Consejo General de Psicología de España, devela cuatro perfiles y tipologías del feminicida:

Los hombres que padecen un transtorno mental. Ya sea de tipo psicótico, trastorno bipolar o trastorno delirante.

  1. Los antisociales coactivos. Que cuentan con un historial de violencia previo, con consumo abusivo de alcohol y drogas. Tienen antecedentes de violencia dentro y fuera del entorno familiar.
  2. Los temerosos, que presentan cuadros severos de depresión y ansiedad ante el abandono o la finalización de una relación sentimental. En el estudio, estos feminicidas habían amenazado en varias ocasiones con suicidarse sin se terminaba la relación.
  3. El antisocial moderado y celoso. A este cuarto tipo de hombres lo que más parece afectarles no es el abandono de la mujer, sino que lo haga por otro hombre. Son movidos por los celos.
  4. Hombres, ¿cómo vamos con nuestra salud mental? ¿Qué antecedentes podríamos tener para convertirnos un día en seres violentos? Es buen momento para cuestionárnoslo.

Tomemos la responsabilidad de nuestra parte, para hacer una auto reflexión, crítica y si es necesario buscar ayuda profesional. De tal forma, que más allá de ser jueces de las desgracias sociales, seamos parte de la construcción de una figura masculina contracultural en México; que respete y dignifique a la mujer.

Trabajemos para que ninguno de nuestros hijos sea el próximo feminicida.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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