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#ZonaLibre | Algo apesta en Nayarit

La reforma que impulsó el gobernador Antonio Echevarría para influir en la elección del rector de la universidad del estado es una afrenta contra la autonomía y la educación, señala Caleb Ordóñez.
mié 29 enero 2020 06:00 AM
Antonio Echevarría
Echevarría asumió el cargo de gobernador tras ganar las elecciones de 2017 impulsado por una alianza PAN-PRD.

Hay estados de la República que parecieran no tener voz, que están alejados de toda la parafernalia y los debates nacionales. Son esos pequeños rincones donde se viven y desviven situaciones que, en ocasiones, están acalladas en los noticieros o las notas nacionales de los medios de comunicación.

Uno de ellos es Nayarit.

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Autonomía profanada

“Pueblo chico, infierno grande”, reza el dicho de todos aquellos territorios escondidos de la vida pública nacional, donde —sin que la mayoría nos enteremos— se maquilan situaciones que podrían ser increíbles y fechorías detestables.

Una de esas ocurrencias se dio en el estado gobernado por el panista Antonio Echevarría García, quien decidió meter sus manos en la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN) y, a través de una reforma, modificar la manera en la que se elegirá al rector: según este cambio, ya no será el Consejo General Universitario en votación, sino un Colegio de Elección Universitario encabezado por el presidente del patronato para administrar el impuesto especial destinado a la casa de estudios, que, a su vez, será elegido de entre una terna enviada por el gobernador al Congreso.

En otras palabras, se busca que un amigo del gobernador sea el nuevo mandamás de la institución y, con ello, pulverizar de manera atroz la autonomía de la institución.

Sin duda, la simple intención ya habla de la terrible visión del panista sobre la educación en su estado y el país en general.

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Para quienes hemos egresado de una universidad púbica y autónoma y conocemos las necesidades básicas, los esfuerzos y el empeño que ahí se desarrollan, esto suena a una afrenta. A pesar de esto, luego de que esta reforma fue enviada al Congreso de Nayarit, fue avalada por 20 de los 30 diputados.

Junto con la nueva ley, se avaló que los catedráticos y empleados administrativos que tengan empleo externo deban tener horarios compatibles; de no ser así, deberán solicitar licencia temporal sin goce de sueldo. ¡Como si el salario de un maestro universitario en México fuera suficiente!

El panista ‘Toño’ Echevarría, además, busca que crear redes empresariales en las unidades académicas y fuera de la casa de estudios. Los ingresos económicos que se obtengan serán entregados al patronato, a cuyo presidente se le otorga un amplio poder, con el que incluso se busca que pueda elegir al siguiente rector.

¿A quién promovió el gobernador como presidente de dicho patronato? No se tiene que intrigar mucho para conocer la razón, pues se trata de su acaudalado compadre, Juan Francisco García Menchaca.

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El sonoro y contundente desprecio a la tiranía

Luego de esta insultante y agraviosa reforma, las voces de miles de estudiantes se levantaron en contra de los políticos nayaritas que se atrevieron a manosear su universidad.

No fueron cientos, sino más de 7,000 jóvenes estudiantes y sus maestros, además de familiares y nayaritas ofendidos, quienes marcharon pacíficamente el pasado 20 de enero por las calles de Tepic, para exigir respeto a la autonomía de su universidad y que se invalide la reforma en cuestión. Además, 250 millones de pesos estaban congelados por el gobierno del estado, sin explicación, y tenían a administrativos y maestros sin aguinaldo ni salario, porque el gobernador quería someterlos.

Incluso ante el rechazo a su reforma, el gobierno estatal arrancó una tendenciosa auditoría contra la universidad y sus líderes, pagando hasta anuncios espectaculares para desacreditarlos. Sin embargo, la ciudadanía de Nayarit ha logrado levantarse con empatía, actuando en unidad contra el actual gobierno, que tiene un talante represor con tintes fascistas.

Ante esta situación, todos los rectores de las universidades autónomas del país se unieron para condenar las modificaciones a la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Nayarit.

También se unieron contra el atropello el Consorcio de Universidades Mexicanas (Cumex) y, por si fuera poco, los grupos parlamentarios de todos los partidos representados en la Cámara de Diputados. Sí, también del PAN a nivel nacional.

El tema ha escalado hasta el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador, quien, a través del secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, ha reprobado al gobierno de Echevarría y ha exigido no trasgredir a la UAN.

El mismo rector de la UNAM, Enrique Graue, ha exigido que tanto el gobierno federal como los legisladores hagan algo inmediatamente ante uno de los eventos más detestables que ha vivido la educación superior pública en los tiempos modernos.

A pesar del contundente mensaje a nivel nacional contra la vergonzosa enmienda, pareciera que en Nayarit reina la ley del monte, donde solamente las órdenes del gobernante en turno tienen validez. Porque tanto el apellido Echevarría como el apellido Menchaca han sido de “los dueños del pueblo”, y quizá piensen reinar sobre aquellas tierras donde al parecer no hay justicia para el futuro del país, que son sus estudiantes.

Y así pasa en muchos otros lugares recónditos de la nación, donde prospera el silencio, pero de pronto volvemos a hablar de ellos, por causa de sus deshonrosos gobernantes; por eso conocemos de los Duarte, Borge, Granier, Padrés, entre tantos más, a quienes no les importa pisotear a sus entidades a fin de ganar todo el poder. Sabemos de ellos cuando ya lo robaron todo.

En ese camino va Antonio Echevarría, destilando un fuerte olor a tiranía y a corrupción desde Nayarit, el cual llega a cada rincón del país.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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