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2020: el año de mayor reto para la 4T

Economía, inseguridad, gobernabilidad, fortalecer instituciones y hacer cambios en el gabinete son algunos retos, pero lo más importante es lograr un cambio radical o perderán mucho terreno en 2021.
lun 06 enero 2020 09:13 AM
Don Porfirio Salinas
Don Porfirio Salinas es híbrido de política, iniciativa privada y escenario internacional. Priista orgulloso de “el valor de nuestra estirpe” (Beatriz Paredes dixit); antagónico al Peñismo, que atentó contra esta estirpe. Convencido de la política como instrumento de construcción de país, desde cualquier trinchera.

El primer año de gobierno de la 4T fue uno de ensayo y error. Fue un año en el que el presidente López Obrador decidió probar límites y “pilotear” muchas de sus ideas y preconcepciones sobre la tarea de gobernar. El saldo deja mucho que desear.

Este segundo año es definitorio para el resto del sexenio de la 4T. O con las experiencias del primer año se dan cuenta de que hay muchas cosas que corregir para sacar al país de la parálisis en la que quedó, o este año podría marcar el principio del declive de Morena y la 4T.

En varias áreas han quedado a deber en este primer año. Pero mencionaré algunas que es clave que corrijan este segundo año, si realmente el presidente quiere dejar un mejor país a su sucesor, y a las generaciones futuras.

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La economía es el primer gran reto. En este primer año quedó detenida. Y no sólo por obvios factores externos, sino principalmente por las malas decisiones que han ahuyentado la inversión nacional (aunque la extranjera sigue).

Decisiones como cancelar el aeropuerto, como detener la inversión privada en energía, como amenazar contratos de gasoductos, entre otras, además de la incertidumbre que han generado muchas políticas del actual gobierno, han puesto un freno de mano a la actividad económica.

Son muy positivos los aumentos significativos al salario mínimo, pero no son suficientes para generar actividad económica. Y los programas sociales, a manera de dádivas, por su mal enfoque y su falta de reglas claras de operación, tampoco están jugando un papel importante de activación.

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El sector privado ha hecho un esfuerzo monumental por tratar de enderezar la economía con esfuerzos como el plan de infraestructura, o la negociación de los gasoductos, pero nada de eso funcionará si el gobierno no entiende que con obsolescencia e ignorancia no logrará resultados.

El segundo gran reto es el de la inseguridad. Es evidente que en este primer año de gobierno no hubo la menor claridad sobre la estrategia que se debe seguir para salir de la profunda espiral de violencia generada por Calderón y Peña.

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Parecía que con la Guardia Nacional vendrían políticas integrales, pero estamos muy lejos de eso, y la inseguridad y violencia continúan en aumento. Con episodios, además, vergonzosos como Culiacán, Tepito, Michoacán, entre otros.

Este año debe diseñarse una verdadera estrategia de prevención social de la violencia; sin eso, nunca se controlará el problema. Por supuesto, de la mano de una clara estrategia integral de fortalecimiento de corporaciones policíacas para reducir el rol de las fuerzas armadas.

En este rubro, debe terminar el constante ataque gubernamental a la otrora Policía Federal, y emprender una verdadera coordinación entre las diferentes instancias involucradas para minimizar las pugnas que se han generado entre ellas y hacerlas trabajar realmente juntas.

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Un tercer reto importantísimo, que es clave para todo lo demás, es reconstruir la gobernabilidad democrática del país, que tan dañada quedó con los dos últimos sexenios y, por supuesto, en este primer año de gobierno.

Si el presidente no empieza a preocuparse por reconstruir el sistema político, el de partidos y el democrático, muy pronto se puede descomponer el ambiente y causar muchos problemas, no sólo a su gobierno sino al país.

Este primer año fue de constantes ataques y denostaciones a los diferentes actores políticos. Eso ha impedido caminar hacia normalidad democrática en la que los diferentes actores asuman su rol, empezando por el propio partido del presidente que está en una crisis tan grande como el PRI y el PAN.

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Adicionalmente, es urgente que se trabaje por reconstruir y fortalecer instituciones, empezando por las dependencias del Ejecutivo Federal; la idea malentendida de austeridad junto con colaboradores francamente ideologizados y desconocedores del servicio público las está colapsando.

Durante 2020 deben darse cambios fuertes en el gabinete, y se debe dejar ya de lado el constante discurso de ataque contra los órganos constitucionalmente autónomos para dejarlos funcionar.

Un cuarto reto fundamental para la 4T es profesionalizar a sus legisladores federales y locales. Este año hemos visto algunas de las peores reformas legales de las últimas décadas. Un altísimo nivel de desconocimiento, junto con muy malos liderazgos de la 4T, particularmente en diputados.

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El Senado, gracias al liderazgo del coordinador de Morena y la falta de mayoría calificada, se ha mantenido como un dique ante la cantidad de insensateces que han salido de la Cámara de Diputados, y que el coordinador de Morena ha sido simplemente incapaz de guiar.

La 4T ha sido un verdadero retroceso para el Poder Legislativo, no sólo en la tan evidente deficiencia de su trabajo legislativo, sino en su clara falta de interés por profesionalizarse y fortalecer a este importantísimo poder. 2020 debe ser un cambio radical, o perderán mucho terreno en 2021.

Finalmente, el reto más importante de todos: el presidente López Obrador debe de una vez por todas terminar con la constante división, polarización y encono social que ha impulsado a diario este primer año.

2020 debe ser el año en el que entienda que ya es el presidente de la República, y que es su obligación moral (usando sus propios términos), como jefe de Estado, emprender una verdadera unificación de la sociedad que permita recuperar la cohesión social.

Este segundo año es en el que se debe demostrar con hechos que realmente son distintos a los anteriores. La 4T debe demostrar que el cambio es real y para bien. No se puede esperar más. Si este año no sale bien, el resto del sexenio será perdido.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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