La economía es el primer gran reto. En este primer año quedó detenida. Y no sólo por obvios factores externos, sino principalmente por las malas decisiones que han ahuyentado la inversión nacional (aunque la extranjera sigue).
Decisiones como cancelar el aeropuerto, como detener la inversión privada en energía, como amenazar contratos de gasoductos, entre otras, además de la incertidumbre que han generado muchas políticas del actual gobierno, han puesto un freno de mano a la actividad económica.
Son muy positivos los aumentos significativos al salario mínimo, pero no son suficientes para generar actividad económica. Y los programas sociales, a manera de dádivas, por su mal enfoque y su falta de reglas claras de operación, tampoco están jugando un papel importante de activación.
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El sector privado ha hecho un esfuerzo monumental por tratar de enderezar la economía con esfuerzos como el plan de infraestructura, o la negociación de los gasoductos, pero nada de eso funcionará si el gobierno no entiende que con obsolescencia e ignorancia no logrará resultados.
El segundo gran reto es el de la inseguridad. Es evidente que en este primer año de gobierno no hubo la menor claridad sobre la estrategia que se debe seguir para salir de la profunda espiral de violencia generada por Calderón y Peña.