A pesar de que la conferencia de prensa es un evento oficial, llevado a cabo en Palacio Nacional, convocado por el presidente y con la utilización de recursos públicos, los mensajes del presidente suelen asociarse con la moralidad: durante las 253 primeras conferencias, AMLO ha mencionado 294 veces “moral” y 32 veces “inmoral”, incluyendo la presentación de su más reciente libro “Hacia una economía moral”, en el que narra su punto de vista sobre el modelo económico que debe imperar en México y que asocia al éxito de su gobierno, que ha denominado “La Cuarta Transformación”.
En principio, no habría nada irregular con las menciones recurrentes de AMLO sobre la moralidad si no estuvieran insertas en contextos que implican subjetividad a evaluaciones y juicios desde una conferencia de prensa. Es decir, AMLO ha llegado a calificar comportamientos de ciertos servidores públicos como “legales pero inmorales”, dejando de lado el enfoque de igualdad ante la ley y resaltando los juicios de valor que cada quien pueda hacer sobre lo que se discuta, empezando por los del propio presidente de la República.
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Así, AMLO señala públicamente, desde la tribuna con mayor autoridad en el país, las acciones que considera morales o inmorales, sin necesariamente tomar en cuenta lo que está dentro o fuera del marco de la ley.
Cuando la visión de la legalidad y de la economía se torna subjetiva (desde el punto de vista de la moral), entonces la incertidumbre del actuar de la autoridad se vuelve la regla, lo que infunde escepticismo o incluso temor.
No solo la evaluación de las calificadoras o de organismos financieros internacionales ha descontado ya el enfoque del gobierno de AMLO: diversas encuestas publicadas muestran una caída en la aprobación de quien ha sido el presidente electo con el mayor apoyo popular en décadas.
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