AMLO rechaza la idea de un Estado mínimo que solo se dedique a gestionar oportunidades, particularmente porque esto, en México, ha significado influyentismo y corrupción. En vez de ello, llama a crear un gobierno cuya meta debe ser impulsar el crecimiento económico, el empleo y el acceso a servicios básicos para los que hoy viven sin ellos.
No tengo objeción alguna con este diagnóstico. Lo encuentro acertado, deseable y emocionante.
El libro es también muy claro en definir conceptos que López Obrador utiliza y que tienen a más de un analista confuso. Define “neoliberalismo”, no como una doctrina económica que promueve el estado mínimo, la apertura comercial y el libre flujo de capitales, sino simplemente como una forma de gobierno que “finca la prosperidad de pocos en el sufrimiento de muchos”.
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Entiende a la corrupción no como el uso del poder público para el beneficio privado, sino de forma más estrecha. Para AMLO la corrupción es el capitalismo de cuates, es decir el influyentísimo de una minoría que se ha lucrado con su cercanía al poder.
Si bien los conceptos no son académicamente perfectos, son valiosos para describir los retos de nuestro país de forma sencilla y útil. AMLO es un gran comunicador político y en este libro lo demuestra.