A lo largo de una década haciendo periodismo para la comunidad hispana en Estados Unidos, he escuchado cientos y cientos de historias de migración. En muchas, he encontrado coincidencias. Una de las más frecuentes es la crueldad o al menos la dureza de las autoridades migratorias estadounidenses, sobre todo la Patrulla Fronteriza.
Me han contado de todo, desde insultos raciales de una violencia inaudita hasta agresiones físicas injustificables y repugnantes. Todo parece ser parte de un patrón de abuso y racismo. No sorprende, por ejemplo, que hace poco se descubriera un grupo secreto de Facebook , con casi 10,000 miembros que pertenecen o han pertenecido a la Patrulla Fronteriza, dedicado a compartir las expresiones racistas más horrendas.