Primer acto: el presidente se presenta ante los medios, temprano por la mañana, de lunes a viernes. Anuncia programas, gira instrucciones, ofrece todo tipo de reflexiones cándidas sobre la marcha de su gobierno o distintos asuntos de actualidad. Él y sus simpatizantes describen orgullosos dicho “modelo de comunicación” como una práctica de transparencia y rendición de cuentas inédita en el país.
Segundo acto: esas ceremonias, que funcionan como un muy eficaz método de control de la agenda pública, tienen el efecto de hacer que crezca el número de solicitudes de información dirigidas a la Oficina de la Presidencia, así como a las instancias encargadas de los proyectos prioritarios del gobierno. Y además provocan un debate, fundamental, sobre si ese “gobernar frente a las cámaras” (como lo llamó Francisco Javier Acuña, consejero presidente del INAI) constituye un ejercicio de autoridad que puede generar responsabilidades en términos de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública.