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Obradorismo 101

Los obradoristas consideran que cualquier cosa que se interponga entre ellos y su agenda va en contra de la voluntad democrática, opina Viridiana Ríos.
mié 24 julio 2019 06:30 AM
Viri Ríos
Viri Ríos es analista política, doctora en gobierno por la Universidad de Harvard.

El obradorismo es un movimiento político con premisas lógicas bien definidas. A la reacción, la oposición y los moderados les cuesta trabajo entenderlo porque reta supuestos que nunca, nadie, les había cuestionado.

Veo tres premisas que describen al obradorismo:

1. Para el obradorismo, la elección la ganó AMLO, el mismo AMLO de 2006 a pesar de lo que tuvo que decir en 2018. El obradorista ha seguido a AMLO desde 2006 y hasta 2018 de forma recalcitrante y fiel. Considera que la elección les fue robada en 2006 y que en 2012, el PRIAN se unió bajo la etiqueta de “Nuevo PRI”. Ven en los 30 millones de votos que obtuvo Morena en 2018 una reafirmación de lo que para ellos era evidente: que el los últimos 12 años de vida democrática de México el único candidato con una plataforma diferente, honrada y con intención de verdaderamente retar el statu quo es López Obrador.

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Los obradoristas ven al AMLO de 2018 (una versión más moderada y atemperada) como un mal necesario que tuvo que realizarse con tal de lograr ganar la elección. Ello, sin embargo, fue sólo temporal. El AMLO que el obradorismo recalcitrante impulsa es el de la agenda completa, la descrita en múltiples libros desde 2006. Lo que tuvo que decir en los debates de 2018 o lo que le dijo a los inversionistas para mantener la calma fue sólo eso, un ritual de paso.

Así, los obradoristas entienden su gobierno como un mandato claro y contundente a implementar la agenda política de AMLO en su versión más radical y transformadora. Así, consideran que cualquier cosa que se interponga entre ellos y la implementación de esta agenda va en contra de la voluntad democrática.

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2. Para el obradorismo, la técnica es un escudo para esconder la cobardía. El obradorista ve a los “expertos” como individuos entrenados en proveer argumentos supuestamente técnicos pero que, en realidad, están teñidos y sesgados en favor de mantener el statu quo. El técnico fue entrenado para valorar los avances que se han logrado hasta ahora, por más mínimos que estos sean, y para implementar cabios marginales.

En este sentido, el técnico basa sus análisis en premisas que, o no ve, o no se atreve a cuestionar. Más que ideologizados, los técnicos son cobardes y poco creativos, piensan los obradoristas. En su intento por evitar un cambio abrupto de cualquier tipo, se han vuelto grises y poco arrojados. No se les ocurre nada disruptivo y satanizan lo experimental en favor de lo previamente probado.

AMLO no acepta consejos técnicos, no porque considere que la técnica es mala, sino porque considera que, la técnica que no pueda ayudarle a implementar su agenda, es una herramienta poco democrática que limita la innovación pública.

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3. Para el obradorismo, la meta es el control del territorio. El obradorista entiende que la oposición perdió la elección porque se olvidaron de conectarse con la gente y prefirieron hacer política de élite y de club cerrado. Así, consideran al Censo de Bienestar y las políticas sociales como elementos de contacto entre el gobierno y el territorio, algo que se había dejado a un lado debido a que se tenía una predilección por hacer política pública y no política a secas.

El hacer política pública de escritorio evitó, según los obradoristas, que se conociera las verdaderas condiciones de las personas al acceder a servicios públicos. Todo lo que no se podía medir en una encuesta o en censo se volvió imperceptible y poco importante. Así, los errores y las faltas de las políticas públicas de educación, salud y seguridad, ni siquiera llegaban a los oídos de los tomadores de decisiones.

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Así, para el obradorismo lo más importante es su experiencia en campo, lo que le diga la gente. Y convencer a la gente de unirse a Morena. Ven en AMLO y su política de reducción de intermediarios el epítome de la democracia pues los recursos pueden por fin llegar directo a quien más los necesitan. Ven en la sociedad civil a un intermediario mezquino que se quedaba con recursos para operar programas a medias.

En lo personal, entiendo de dónde vienen cada una de estas críticas y comparto algunas de ellas. Si se quiere entablar una conversación con el obradorismo, se debe hacer un ejercicio de autocrítica. El obradorismo deberá hacer lo mismo si quiere ganar la siguiente elección.

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