Están también los miles de colombianos que por décadas huyeron de la violencia y ante el temor del virus, decidieron regresar. Los nicaragüenses que desde los países vecinos buscan volver o en la frontera del norte de México, donde el sueño americano se ha convertido en una eterna pesadilla. Este es un fenómeno generalizado en la región, como lo recoje esta entrega del especial #HuellasDeLaPandemia , realizado por Miembros de la Comunidad de Periodistas de CONNECTAS.
“El tema migratorio siempre ha estado subordinado al fondo de las prioridades de las políticas públicas tanto de los estados huésped como los Estado expulsores de migrantes”, explica Manuel Orozco, director del Programa de Migración, Remesas y Desarrollo del Diálogo Interamericano.
La respuesta que han dado los estados era la de esperarse.
Hay un gran déficit de manejo de políticas y de sensibilidad con el respeto a los derechos constitucionales de las personas. El tema del retorno presenta una molestia para los Estados de origen de los migrantes. Es una molestia porque ni siquiera lo esperaban, ni siquiera lo tenían pensado”, agrega.
Es la situación de Francisco Brito, un venezolano de 70 años que cruzó la frontera colombo-venezolana el 27 de marzo con el objetivo de asegurarse una mejor calidad de vida y reencontrarse con su hijo que vive en Bogotá, capital colombiana. Pero, a los 15 días, se vio obligado a volver.
Emigró a Colombia de manera irregular, 13 días después de se cerraran las fronteras. Pero no pudo llegar a Bogotá. Permaneció esas dos semanas en Cúcuta, ciudad fronteriza. Se quedó sin dinero y le tocó volver por una trocha, escuchando tiros sobre su cabeza. Pero en el regreso se encontró con que su país ahora exigía permanecer en un albergue improvisado 14 días antes de volver a casa.
Lee aquí la historia: La fobia contra los retornantes
