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Relaciones peligrosas: cuando el 'amor' se vuelve violento

El 43.9% de las mujeres de 15 años o más ha sufrido algún tipo de violencia por parte de sus parejas a lo largo de sus relaciones. La violencia emocional es la más común de estas agresiones.
vie 14 febrero 2020 06:00 AM
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La violencia emocional es la más común de las agresiones en una relación de pareja (40.1%); seguida de la violencia económica (20.9%); la física (17.9%) y la sexual (6.5%).

Este 14 de febrero, 'Día del amor y la amistad', no solo debe servir para celebrar, sino que debe ser un momento para “reflexionar sobre cambios reales para acabar con la violencia en la pareja”, plantea la psicóloga Victoria Shadai Gómez Hernández, cofundadora de la Asociación Psicológica Raíces Violetas, una organización de apoyo psicológico a víctimas de la violencia.

El feminicidio de Ingrid Escamilla, cometido por su pareja en la Ciudad de México el fin de semana pasado y que convoca a mujeres a manifestarse y marchar este viernes en diferentes ciudades de la país, es uno de los tantos casos que revelan lo peligrosa que puede ser una relación de pareja violenta.

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La última encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), de 2016, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), da cuenta de cómo el 43.9% de las mujeres de 15 años o más ha sufrido algún tipo de violencia por parte de sus parejas a lo largo de sus relaciones. La violencia emocional es la más común de estas agresiones (40.1%); seguida de la violencia económica (20.9%); la física (17.9%) y la sexual (6.5%).

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De las mujeres que han sufrido algún tipo de agresión física y/o sexual por parte de su actual o última pareja, el 78.6% decidió no pedir apoyo ni presentar una denuncia; de este porcentaje, el 28.8% no lo hizo porque consideró que se trató de algo sin importancia; el 19.8% fue por temor; el 17.3% por vergüenza; el 14.8% porque dijo que no sabían cómo ni dónde denunciar; el 11.4% por sus hijos y el 10.3% porque no quería que su familia se enterara.

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Ana y Laura, dos historias de relaciones violentas

Ana -quien pidió reservar su nombre real- es maestra, tiene 31 años de edad y un hijo de 5 años, desde hace 3 años decidió dejar a su pareja.

Estuvimos juntos 5 años, fui yo quien decidió salir de casa después de que una noche discutimos hasta los golpes".

“Ese día llegó a cenar, mi hijo y yo lo esperábamos, era casi de madrugada. Hizo que me levantara de la cama pues le molestaba que estuviera acostada cuando llegaba. Estábamos cenando y le pregunté por qué había llegado tan tarde, eso le molestó. Cuando menos pensé me aventó en plato, comencé a llorar, sus gritos despertaron a mi hijo quien enseguida fue a ver lo que pasaba. Yo iba a llamar a la policía, pero él me quitó mi teléfono y lo rompió, luego se fue”, contó.

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Ana relató que varias ocasiones pidió ayuda psicológica en la Oficina de Atención a Mujeres en la alcaldía Cuauhtémoc y en diferentes organizaciones de la sociedad civil, pero ni una sola vez buscó denunciar a su pareja, siempre se detenía para hacerlo. Hoy reconoce que fue víctima de violencia psicológica, física, sexual, económica y dice sentirse libre de poder estar y disfrutar la crianza de su hijo "lejos de los gritos y los golpes" de su pareja.

Laura, quién también pidió cambiar su nombre, tiene 34 años, es periodista y desde hace dos años decidió divorciarse luego de una relación marcada desde sus inicios por la violencia.

Ella recuerda que la violencia comenzó desde su relación de noviazgo. Menciona que era muy celosa y no dejaba que su pareja saliera con sus amigos, una situación que fue escalando la violencia. De repente comenzaron las agresiones físicas. “Era más por mi parte. Él también respondió algunas veces, pero la que era violenta físicamente en la relación era yo. Tras varias separaciones nos casamos y tuvimos a nuestro hijo. Las peleas bajaron un poco, eran más esporádicas pero seguía habiendo violencia".

"Me di cuenta que no estábamos bien ya que tuvimos a nuestro hijo y él nos veía pelear, ya no era normal. Yo le dije a mi esposo que pidiéramos ayuda pero él no quería. Terminó la relación y ya después decidí retomar la ayuda. La terapia me ayudó mucho, me ayudó a visibilizar porque yo era así y también a observar que yo también era víctima de violencia psicológica y emocional", reconoce.

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¿Por qué es tan complicado salir de una relación violenta?

Al respecto, la psicóloga Victoria Shadai, entrevistada por Expansión Política resaltó que como sociedad debemos de tomar en cuenta que "existen una serie de factores culturales, psicológicos y políticos que influyen" para que estas relaciones violentas como las de Ana, Laura e Ingrid se sostengan por lo que reconocerlas, pedir ayuda y alejarse de ellas es un proceso difícil para las mujeres.

Las mujeres que viven violencia en sus parejas, están dentro del 'Ciclo de la Violencia', no podemos hablar de que es una cuestión de voluntad o de echarle ganas".

La terapeuta explicó que este ciclo, creado por Lenore Walker— psicóloga estadounidense que fundó el Instituto de Violencia Doméstica— consiste en tres fases:

  • La acumulación de tensión: que es cuando la pareja comienza a tener discusiones, se hacen bromas hirientes, chantajes, manipulaciones y es en esta etapa donde la mujer hace todo para que complacer a su pareja.
  • El estallido: En esta fase es donde ya hay una agresión más fuerte, un estallido de respuesta violenta, es cuando vienen la violencia física, psicológica y es aquí donde las mujeres buscan ayuda. Este es el momento en donde las instituciones pueden intervenir.
  • La luna de miel: Es la fase de la reconciliación, donde el agresor viene con promesas falsas y ocasiona que el ciclo se repita.

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Shadai explica que además de lidiar con las agresiones que ejercen sus parejas, las mujeres también se enfrentan a la violencia cultural y social. “Muchas mujeres pueden pensar: ‘bueno si lo denuncio, ¿quién nos va a mantener?’. Todo esto tiene que ver con la dificultad de salir de este ciclo y de la importante que es la atención especializada que se le debe dar a estas mujeres”.

La experta señala que las emociones indican a las personas cuándo hay que hacer cambios, por lo que no debe permitirse que lleguen a los focos rojos: como pueden ser los golpes o empujones.

“Si en una relación no nos sentimos bien, esa la primer señal para irse de esa relación, buscar ayuda y compartirlo con otros personas”.

Victoria Shadai resaltó que otro instrumento utilizado por las organizaciones de la sociedad civil para identificar la violencia en la pareja es el violentómetro, instrumento desarrollado por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) en 2009.

"Yo de entrada no me estaría a los focos rojos. Debemos comenzar con los focos amarillos, por que los focos rojos ya son agresiones mucho más fuertes…En el violentómetro estas primeras agresiones son las bromas hirientes, los apodos, es ahí cuando están las primeras alertas que no debemos dejar pasar”.

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El Violentómetro, es un material gráfico y didáctico desarrolado por el IPN en forma de regla que consiste en visualizar las diferentes manifestaciones de violencia que se encuentran ocultas en la vida cotidiana y que muchas veces se confunden o desconocen.

¿Cómo reponerse de una relación violenta?

Victoria explica que el proceso para reponerse después de haber vivido una relación de violencia es "bastante largo, pero no imposible" y necesita de un acompañamiento especializado y constante.

De acuerdo con la psicóloga, el proceso para reponerse a una situación de violencia consiste en tres pasos:

  • Trabajar con la aceptación de lo vivido.
  • Cambiar creencias irracionales como el que las mujeres son las culpables de lo que está pasando.
  • Trabajar con el duelo: Hay un duelo porque si se deja a la pareja se percibe una pérdida, al menos de un concepto de relación.

La Asociación Psicológica Raíces Violetas AC cuenta con diferentes 'puntos violetas', en el Estado de México, Ciudad de México, donde brinda apoyo psicológico a bajo costo a comunidades vulnerables.

También tiene una modalidad de ayuda online para mexicanos que radican tanto en otros estados como en otros países.

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