La contingencia sanitaria ocasionada por el coronavirus no solo ha impactado a la economía mexicana –cuyo estimado de Hacienda para este año oscila entre un estancamiento de 0.1% o una contracción de 3.9% –, sino que también ha golpeado la popularidad de López Obrador, una situación que él mismo ha reconocido, aunque desestimado al mismo tiempo al señalar que si llegó al poder con 30 millones de votos con una aprobación del 50% “sale ganando”.
El martes pasado el mandatario federal se pronunció a favor de la libertad de expresión y dijo que pese a que se cometan “excesos” es importante que quede “a salvo” el derecho a expresarse. Sin embargo, esta mañana volvieron sus ataques contra medios de comunicación como Reforma, El Universal, Excélsior, Televisa y Tv Azteca.
En opinión del mandatario, en México no hay un periodismo profesional, independiente ni ético, si acaso –dijo– “uno cercano al poder económico”.
Sus señalamientos se desencadenaron con una “petición” de hacer un “¿quién es quién?”, sobre noticias falsas. En respuesta, el presidente cuestionó la manera en la que se ejerce el periodismo tanto por parte de los articulistas como en las noticias diarias que –según dijo– no consigan “nada bueno” del gobierno. Para esas críticas ocupó más de 20 minutos.
Aunque se esperaba que el presidente ahondará sobre cómo enfrentará su gobierno la fase tres del coronavirus, sobre lo cual se han basado las críticas a su administración, sobre todo ante la falta de medidas más rigurosas como las ejercidas en otros países, él prefirió recordar los supuestos ataques a su administración y partió a los medios en dos bandos: los que lo critican y quienes lo defienden.