“La unidad para combatir los males que aquejan a nuestro país exige también honestidad para llamar al mal por su nombre; coraje para no normalizar la extorsión ni conformarnos con el “así es aquí”; y, claro, templanza frente a la polarización que todo lo reduce a bandos”, señaló.
La Arquidiócesis de México recordó que, a lo largo de la historia, México demostró su capacidad de levantarse cuando se decide trabajar de forma unida, con “unidad plural”, manteniendo las diferencias pero sin destruirse.
Este principio, destacó la iglesia, es fundamental para preservar la vida, la dignidad y el futuro de las nuevas generaciones.
“Esta unidad a la que invitamos desde la iglesia no anula la crítica, la orienta. Nos pide bajar el volumen al grito y subir la frecuencia del encuentro. Nos reclama pasar del “¿qué me toca a mí?” al “¿qué nos toca juntos?”, apuntó.
Además, destacó la importancia de que los mexicanos adopten una actitud de encuentro y de diálogo, particularmente con los jóvenes y las familias más vulnerables. Por ello, se reforzarán los espacios de conversación en las parroquias.
En este sentido, hizo un llamado a la acción: aseguró que la unidad no excluye la crítica constructiva, sino que la orienta hacia el bien común. La Iglesia confía en que, a través de pequeños actos colectivos, se podrá superar el miedo y la fractura social que actualmente aqueja al país.