Durante 2018, casi 47% del total de los hogares del país tuvo problemas de alimentación. La proporción alcanzó su mayor nivel en 2020, año de la pandemia de covid, con 52%. En 2024 se redujo a 33%, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2024.
Aunque se trata de una disminución considerable, todavía hay miles de hogares que rozan la inseguridad alimentaria o que cayeron en ella, al no tener acceso a alimentos suficientes, seguros y nutritivos.
El año pasado, por ejemplo, 3.1 millones de hogares se quedaron sin comida al menos una vez y otros 11.3 millones se preocuparon de que les pasara lo mismo.
Vivir con esas limitaciones o con hambre tiene impactos en la salud física y contribuye a la malnutrición. También impacta la salud mental. Un metanálisis difundido en la revista Public Health Nutrition, asociada a la Universidad de Cambridge, halló que las personas en inseguridad alimentaria tienen mayor riesgo de anemia, diabetes, hipertensión o cáncer, y manifiestan angustia, ansiedad y depresión.
Miles de niños sin comer suficiente
En cerca de 7.6 millones se experimentaron problemas para satisfacer las necesidades alimentarias de niñas, niños y adolescentes. Incluso, en casi 1.9 millones de hogares se tuvo que disminuir la cantidad de comida servida a los menores de 18 años.
Además, las infancias de 828,000 hogares experimentaron hambre pero no comieron y en otras 588,000 casas hicieron una sola comida al día o, de plano, no probaron alimento en 24 horas.
Esta última cifra es 36% menor a la registrada en 2018, cuando 919,000 menores de edad se quedaron sin comer en todo un día. No obstante, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) advierte que la reducción de la pobreza alimentaria infantil avanza a paso lento a nivel global, aunque contribuye a la desnutrición infantil.
“La pobreza alimentaria infantil perjudica a todos los niños y niñas, pero es especialmente dañina en la primera infancia, cuando la ingesta insuficiente de nutrientes esenciales a través de la dieta puede causar los daños más graves para la supervivencia infantil, el crecimiento físico y el desarrollo cognitivo, lo que atrapa a los niños y a sus familias en un ciclo de pobreza y privaciones”, explica en su informe La pobreza alimentaria infantil: Privación nutricional en la primera infancia.