En la región del Río Bravo, que comprende municipios de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, 15 de las 23 principales presas están por debajo del volumen promedio de los últimos 30 años, incluidas las presas internacionales de La Amistad y Falcón, que almacenan el agua que México está obligado a entregar a Estados Unidos cada ciclo de cinco años como parte del Tratado de Aguas.
El acuerdo internacional, firmado en 1944, regula el intercambio del líquido de dos cuencas que comparten ambos países y compromete a México a entregar cada cinco años 431 mil 721 hectómetros cúbicos de agua del río Bravo a cambio de mil 850 millones de metros cúbicos de agua del Río Colorado.
México ha tenido que negociar prórrogas en varios ciclos quinquenales de las últimas tres décadas para cumplir con su parte, precisamente por la falta de agua. El próximo 25 de octubre es la fecha límite para que México entregue alrededor del 75 por ciento del volumen pendiente este ciclo.
La deuda de agua ya empezó a generar reclamos del otro lado de la frontera: senadores de Texas aprobaron una resolución para solicitar que el Departamento de Estado de los Estados Unidos y la Sección de los Estados Unidos de la Comisión Internacional de Límites y Aguas presionen a México para que entregue los volúmenes pendientes. El gobernador texano Greg Abbott también publicó en su cuenta de X que “no se debe permitir que continúe el flagrante desprecio por parte de México de sus obligaciones en materia de agua”.
La presión también es interna. El agua comprometida es peleada en la región fronteriza mexicana.
“Lo que están reclamando aquí en Tamaulipas es que venga agua del río Conchos (en Chihuahua) para sustituir esa agua que se está yendo al área metropolitana de Monterrey (y que proviene del río San Juan), (...) pero es agua que en realidad se tiene que entregar a Estados Unidos”, explica Xavier Oliveras González, coordinador de la especialidad en Estudios de la Frontera México-Estados Unidos en el Colegio de la Frontera Norte.
En contraste, siete presas del país superaron sus récords históricos el 31 de octubre de 2024. Se trata de la presa Gonzalo N. Santos en San Luis Potosí, que recibió una intervención mayor en 2023 para rehabilitar su cortina y que amortiguó el impacto del huracán John , o la presa Canseco en Veracruz, que aminoró las inundaciones causadas por la tormenta tropical número 28 en octubre pasado.
¿Por qué hay menos agua en las presas?
Año con año se concesiona más agua de fuentes superficiales como las presas. Entre 2001 y 2022 el volúmen concesionado pasó de los 44 mil hectómetros cúbicos a los 54 mil, algo así como 6.8 veces el Lago de Chapala, el más grande de México. Además, desde 2019 las lluvias han disminuido en el país y la sequía se ha incrementado. Esto ha provocado que cada vez sea menos el agua que retienen los embalses de las principales presas del país, aunque no son las únicas causas.
En la capital sonorense la demanda de agua secó la presa Abelardo Rodríguez Luján, que por más de siete décadas alivió la temporada de sequía. El gobierno estatal anunció que la sustituirá con la presa El Molinito, ubicada a 25 kilómetros de Hermosillo y tres nuevas presas sobre los cauces de los ríos Sonora y San Miguel, con un costo total de 7 mil 500 millones de pesos. Pero la estrategia no atiende uno de los principales problemas: el desperdicio de agua.
“Hidrológicamente no está justificado que se hagan esas presas, porque ahorita pues no tiene agua el río Sonora (...) y luego el cambio climático ha provocado y va a provocar que disminuyan las lluvias”, advierte Rolando Díaz Caravantes, profesor investigador de El Colegio de Sonora. El especialista afirma que más del 50 por ciento del agua que llega a la capital sonorense se desperdicia entre fugas de la red hídrica y malas mediciones del gasto de agua.
El director de la Comisión del Agua de Sonora, Ariel Monge Martínez, dice que el problema más bien es la falta de presas que puedan almacenar el excedente de líquido en la temporada de lluvia. Es el caso de la presa El Molinito, que se mantiene vacía intencionalmente para evitar inundaciones tras lluvias abundantes. En los últimos 15 años, según el funcionario, este embalse ha “tirado” más de 746 millones de metros cúbicos de agua. “Ese es el gran problema de un manejo ineficiente de la cuenca del río Sonora: cuando tenemos captaciones importantes de agua, la tenemos que desfogar”.
En la región Pacífico Norte ─que comprende a Sinaloa y algunos municipios de Durango, Chihuahua, Nayarit y Zacatecas─, el 93 por ciento del agua concesionada se destina a la agricultura, un sector fuertemente afectado por la sequía.
La activista Sandra Guido explica que, además de la falta de lluvias que repongan el almacenamiento de las presas, cada sequía deja “cicatrices” en los ecosistemas al afectar la “infraestructura verde” —la vegetación y los suelos que absorben y retienen el agua. Esta pérdida de suelos permeables y flora significa que cuando sí llueve se retiene menos agua: “Entonces ¿qué ocurre? que llueve sobre suelos degradados y esto se transforma en erosión hídrica (...) y este suelo se deposita en los ríos, los azolva (es decir, los llena de lodo o basura que puede obstruir los conductos). Este azolve también se deposita en las presas. Entonces tienes menos capacidad en las presas para almacenar agua”.
Para el investigador Peña de Paz, el problema reside en que las grandes obras hidráulicas no están pensadas para resolver las necesidades de agua de la población. “Aquí en San Luis Potosí, nos dijeron que si no hacían (la presa) El Realito nos íbamos a empezar a morir por las calles de sed. Llevamos 10 años que se terminó oficialmente y nunca ha podido entregar esa empresa el metro cúbico, mil litros por segundo, que era el compromiso. Yo digo que las grandes obras no dan agua, en el periodo neoliberal, las grandes obras lo que dan es dinero”.
Atender la crisis hídrica
La estrategia de Sheinbaum para garantizar el derecho al agua se basa en ordenar concesiones, tecnificar 200 mil hectáreas de riego, rehabilitar y construir plantas de tratamiento, plantas potabilizadoras y pozos, sanear tres ríos e implementar 17 proyectos de infraestructura.
Uno de estos proyectos se llevará a cabo en Coatzacoalcos, Veracruz, donde ya se construyen dos Polos de Desarrollo para el Bienestar del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, áreas definidas por el gobierno federal que cuentan con las condiciones para atraer inversión. De acuerdo con Hildeliza Díaz Calafell, directora de la Comisión Municipal del Agua Potable del ayuntamiento, la propuesta de Conagua es tomar agua del río Uxpanapa que llega a través de un acueducto a la presa La Cangrejera, y de ahí, a partir de la una planta de bombeo, impulsar el recurso hídrico a la ciudad.
La Cangrejera ha reportado una ligera disminución de 183 mil metros cúbicos, apenas un 0.82 por ciento, entre el 31 de octubre de 2023 y la misma fecha de 2024, pero esta presa históricamente ha reportado sus mejores cifras de almacenamiento en diciembre. Al comparar sus niveles el 31 de diciembre de 2023 y de 2024, la disminución alcanza el 35 por ciento.
“De acuerdo a lo que nos ha informado la Comisión Nacional del Agua, el abastecimiento que se ofrece para Coatzacoalcos sí es una posibilidad. No afecta en su distribución con el resto del agua que ellos aportan a la industria y, sobre todo, que también hay un tema de mantenimiento del acueducto, que por eso luego tenemos algunas pérdidas [de agua]”, asegura Díaz Calafell.
Sandra Guido, de Conselva, Costas y Comunidades, considera que se debe ejecutar una auditoría hídrica nacional para medir cuánta agua existe realmente. Esto porque Conagua sólo mide el agua en las presas y estima la disponibilidad en ríos y acuíferos de manera indirecta, sin conocer el volumen que usan los concesionarios efectivamente o el que se extrae de los pozos irregulares.
Por su parte, Francisco Peña de Paz, tiene tres críticas al Plan Nacional Hídrico. La primera es el enfoque en la tecnificación para el riego agrícola que pone por encima la producción de los agronegocios sobre la soberanía alimentaria.
“Esta lógica de tecnificación está orientada hacia la agricultura comercial [...] más que a la producción, por ejemplo, de maíz, frijol, calabaza, hortalizas como jitomate, chile, que son cosas básicas en la dieta mexicana y que fueron abandonadas durante mucho tiempo. Producimos espárragos como si nos dedicáramos a comer espárragos”.
La segunda es la propuesta de Conagua de que existan dos leyes, una que garantice el derecho humano al agua y otra que regule su gestión y concesión, siendo que el agua es la misma. Finalmente, Peña de Paz nota que en la estrategia de Sheinbaum se omite reconocer el agua como un recurso clave para la conservación de los ecosistemas.
“Así como decía el poeta [Ramón López Velarde] que los yacimientos de petróleo a México se los escrituró el diablo, así parece que el agua Dios la hubiera escriturado sólo para humanos, pero la verdad es que el agua también conserva la vida de animales y plantas, y muchos seres unicelulares. No es posible obviar ese asunto porque nosotros somos parte de un ecosistema”, puntualiza el investigador.
* Mariana Lara contribuyó a la elaboración de este reportaje.