Más denuncias, pocas sanciones
Para la investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, Lucía Núñez, el aumento de las quejas por acoso tiene dos lecturas. Por un lado, significa que más mujeres se atreven a denunciar. Pero, por otro lado, comprueba que el acoso sexual continúa presente en los centros escolares y de trabajo.
El problema, subraya, es que pocas de las denuncias concluyen con resoluciones o sanciones. Es decir, la Administración Pública ha establecido más vías para denunciar, pero no ha logrado fortalecer los mecanismos de investigación que permitan imponer sanciones a los culpables.
“Lo desafortunado en México, con la figura del hostigamiento en general, es que hay una brecha muy grande entre la denuncia y finalmente la sentencia, ya sea una sentencia civil, una sentencia laboral o una sentencia penal”, explica.
Los datos le dan la razón. De las 591 denuncias interpuestas ante Comités de Ética en 2023, únicamente 290 (49%) habían concluido. De ese universo, solo en 136 casos se ordenaron medidas de protección para las denunciantes, como asistencia psicológica, seguridad perimetral, cambios de horario o reubicación de los señalados. En la mayoría, la medida fue “instruir” a la persona denunciada a evitar o restringir el contacto o acercamiento con la denunciante.
Además, los Comités recomendaron capacitaciones de sensibilización sobre violencia de género para las personas denunciadas y, en algunos casos, para toda la institución.
Al respecto, la doctora Núñez comenta que es un buen indicador optar por medidas administrativas o laborales de reparación o sanción, y no solo por sanciones penales.
Sin embargo, estas resoluciones son mínimas. De las 789 denuncias interpuestas en los OIC, solo 223 (28%) habían concluido: 189 fueron archivadas por falta de elementos y 13 archivadas por incompetencia. Apenas 21 denuncias fueron turnadas al área de responsabilidades administrativas. El resto continuaba en investigación.
“El problema, primero, era que no se denuncia porque no hay consecuencias jurídicas por ninguna vía. Entonces, cuando ya se denuncia, el problema es en qué devinieron esas denuncias. En general no hay procedencia”, lamenta.
Corrupción y género
A pesar del aumento en las denuncias, la investigadora del CIEG observa que todavía hay casos que no se denuncian, sobre todo cuando se trata de personas con un nivel jerárquico superior que logran una relación al parecer consentida, pero que devino de un hostigamiento sexual, de presiones y del miedo a perder el empleo.
Estos casos, señala la especialista, se consideran de corrupción basada en el género. “O sea, usan el dinero público, el poder, el puesto, para cometer este tipo de acciones”, explica. “Hay un consentimiento, entre comillas, de personas adultas, pero en realidad hay un abuso de poder porque se piden relaciones sexoafectivas a cambio de un puesto que es pagado con dinero del erario”, detalla.