Ibarra destacó el incremento de los motociclistas en el Caribe de Latinoamérica, pues el uso de este vehículo se incrementó ante la pandemia de covid-19 debido a que muchas personas se autoemplearon a través de aplicaciones de entrega, sin embargo “las personas que hacen ese transporte ni siquiera son empleados formales, no tienen protección legal”.
Armando Pliego, representante de la organización Céntrico, destacó los avances legislativos impulsados desde la sociedad civil en materia de seguridad vial en México.
Entre estos están el establecer en el Artículo 4 de la Constitución mexicana el reconocimiento al derecho a la movilidad con seguridad y la publicación en mayo de 2022 de la Ley de Seguridad Vial, la cual establece los criterios que deben tener los reglamentos de tránsito locales como el uso obligatorio de cascos certificados para motociclistas, uso de cinturón de seguridad y sillas de seguridad para menores de edad que viajen en vehículos.
Saúl Castelar, viceministro de Transporte en El Salvador, reconoció que Centroamérica fue una de las regiones que peores índices de siniestros mostró, en contraste con México y Argentina que lograron mejoras.
Entre los retos para disminuir las muertes y lesiones por hechos de tránsito nombró la falta de financiación, un débil cumplimiento de las leyes, las dificultades culturales y resistencia a cambiar comportamientos arraigados, así como una motorización creciente.
Apuntó que el aumento de vehículos en El Salvador es representado por un 70% de unidades de segunda mano que vienen de Estados Unidos y no pasan por un régimen de inspección vehicular.
“Necesitamos insistir en que los tomadores de decisiones asumamos nuestra responsabilidad. (…) Hay que apostar por una estrategia de seguridad vial que responda a las realidades particulares de cada país”, aseguró.
Mary Bottagisio, directora de la Fundación Liga Contra la Violencia Vial, sostuvo que se debe luchar en contra de la naturalización de la muerte de personas por hechos viales, pues se trata de fallecimientos evitables y se cuenta con datos para tomar decisiones, sin embargo hace falta voluntad política.
“Cuando uno conoce las causas, que son ampliamente conocidas, cuando uno conoce las consecuencias y sigue muriendo gente, ¡pues, por favor! (…) La evidencia sirve muy poco cuando no existe voluntad política.
“Dígame quién no sabe cómo nos matamos: nos matamos con velocidad, nos matamos con inseguridad, nos matamos con alcohol”, dijo.