La cobertura de vacunación ha disminuido en México en los últimos años y algunos factores que contribuyen a ello son las fallas en la planeación para adquirir vacunas y distribuirlas, explica un análisis de la Asociación Mexicana de Vacunología.
También impacta la disminución del presupuesto destinado al Programa de Vacunación Universal y el subejercicio de recursos, de acuerdo con el informe Propuestas para la Vacunación en México 2024.
Este documento fue elaborado por un grupo multidisciplinario con el objetivo de identificar los problemas que afectan la vacunación en el país y ofrecer sugerencias para resolverlos.
“México tiene la oportunidad de retomar el liderazgo mundial que en el pasado tuvo en todos los ámbitos de las inmunizaciones, pero se tiene que invertir, entre otros, en educación, investigación, producción, políticas y procesos”, expone el estudio.
Uno de los principales obstáculos es el presupuesto destinado a la vacunación. Aunque el gasto total en ese rubro registró aumentos continuos de 2017 a 2022, a partir de 2023 comenzó a disminuir y, además, las autoridades ejercen menos dinero del aprobado.
En 2017 se autorizó un gasto de 1,919.9 millones de pesos y se utilizó el 95% de ese dinero. Para 2022 se alcanzó el mayor presupuesto en vacunación, con 30,314.3 millones de pesos aprobados. Sin embargo, ese año se ejerció únicamente el 25%, equivalente a 7,584.1 millones de pesos.
En 2023, el gasto disminuyó a 14,021.8 millones de pesos y, pese al recorte, solo se usó el 21% del dinero, es decir, 2,951 millones de pesos.
Para 2024, el presupuesto para vacunación se mantuvo sin variaciones respecto al año previo, con un gasto aprobado de 14,031.5 millones de pesos, de acuerdo con el informe.
La organización recomienda asignar recursos etiquetados suficientes para la adquisición y aplicación de las vacunas para mejorar las coberturas de vacunación.
El informe identificó que algunas vacunas registran altos niveles de desperdicio. Es el caso de la vacuna BCG, que protege contra la tuberculosis y se aplica a los recién nacidos.
Esta dosis se compra en una presentación multidosis, que alcanza para 10. Sin embargo, se aplicó únicamente el 54% de las dosis adquiridas.
Según el estudio, esto ocurre por la falta de una estrategia eficiente para calcular las necesidades.
En 2021, el entonces subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, explicó en una conferencia que en México se desaprovecha anualmente hasta el 20% de las vacunas.
Detalló que ese desperdicio es similar al que registran otros países y ocurre porque, al llenar de manera manual una jeringa con la dosis, sobre todo aquellas de viales multidosis, la cantidad no es exacta. Así que a veces no alcanza para completar la última dosis.
Sin embargo, México también ha tirado vacunas porque venció la fecha de caducidad. Al menos 6 millones de dosis anticovid fueron destruidas por caducar antes de ser aplicadas.
Existen vacunas con altos índices de desperdicio, lo cual se replica año tras año”,
En el lado opuesto se ubica una compra de vacunas insuficiente. Es decir, algunas instituciones de salud adquieren menos dosis de las necesarias para cubrir a su población objetivo.
“Cada institución compra en función de su derechohabiencia y no existe una entidad que coordine el número de dosis compradas de acuerdo con las necesidades poblacionales. De esta manera, se compran dosis adicionales o insuficientes para otorgar la cobertura que el país requiere”, señalan.
El IMSS y el ISSSTE han aplicado menos dosis de las vacunas BCG e influenza que su población objetivo, mientras que la Secretaría de Salud aplicó una cantidad mayor.
En 2018, por ejemplo, se compraron 4.5 millones de dosis de esta vacuna y en 2021 se adquirieron menos de un millón para todo el sector público.
De la vacuna contra la influenza se compraron 27 millones de dosis en 2019 y 35 millones en 2022; mientras que de la vacuna contra el VPH se solicitaron únicamente 82,000 dosis en 2021 y 1.8 millones en 2022.
Las variaciones no se relacionan directamente con la población a vacunar, debido a que este indicador no está claro en todas las instituciones de salud, sostienen.
Esto es resultado también de la falta de anticipación en el proceso de adquisición de vacunas, que debería considerar los tiempos de producción, liberación y distribución.
El informe expone que es hasta el cuarto mes de cada año cuando los estados del país y las instituciones de salud determinan la suficiencia presupuestal y sus necesidades de vacunas, lo que acorta el tiempo para la compra y distribución.
Esto impide también que México haga pedidos con antelación a los proveedores mundiales y consiga mejores precios.
Se tiene poca anticipación en la compra de los biológicos",
"Aun cuando se conocen los datos históricos de necesidades, las cantidades y los calendarios, no se ajustan a los tiempos de entrega, que se presentan año con año e impactan el cumplimiento en las entregas”, sostienen.
Las instituciones transportan las vacunas con infraestructura propia o subcontratando a terceros, pero su capacidad de almacenamiento en condiciones adecuadas es limitada.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, México tenía en 2022 un nivel de 2.9 de 5 puntos en cuanto a infraestructura de cadena de frío, necesaria para mantener la temperatura de las vacunas. Es decir, se ubica por debajo del promedio mundial de 3.
El país reporta saturación o necesidad de ampliación de los equipos, las cámaras de red de frío son inadecuadas, necesitan renovarse o no se destinan para uso exclusivo de vacunas.
Por ello, la Asociación Mexicana de Vacunología recomienda realizar un diagnóstico del estado actual de la cadena de frío del país y garantizar los recursos económicos para mejorarla.
