Para asegurar lo anterior, los priistas incluyeron un transitorio en el que se especifica que las personas actualmente titulares de la presidencia y de la secretaria general podrán participar en el proceso de renovación, pero sólo por dos periodos más (cada uno de cuatro años), ya que se les contará su elección anterior como la primera.
Y para mantener el control del partido y de los diputados y senadores emanados de éste, la Asamblea avaló que también el presidente del PRI, en esta caso Alejandro Moreno, sea quien designe y remueva a los coordinadores de los grupos parlamentarios del Congreso de la Unión; antes esta era facultad de los legisladores.
En el documento avalado, el PRI argumenta que la reelección del presidente es bajo "la idea de que el funcionariado partidista tenga un vínculo más estrecho con la militancia y una mayor profesionalización en su encomienda, siempre que tal continuidad pueda estar respaldada, mediante su voto, lo que abonaría a una mejor rendición de cuentas y fomenta las relaciones de confianza entre los integrantes de un mismo partido".
La votación se hizo sin la presencia de liderazgos, como Manlio Fabio Beltrones, Dulce María Sauri ni Beatriz Paredes, quienes criticaron la intención de Alejandro Moreno de perpetuarse en el poder.
Los peores resultados del PRI con Alito Moreno
Los resultados que ha dado Alejandro Moreno como presidente del PRI han sido nulos, pues en los últimos cinco años perdió 11 gubernaturas, dejó al partido como la cuarta fuerza político, perdió más de 600,000 militantes y llevó al partido con los perores resultados presidenciales en la historia.
En agosto de 2019, Alejandro Moreno asumió la dirigencia del PRI después de que el partido perdió por segunda ocasión la presidencia del país con José Antonio Meade, pues el morenista Andrés Manuel López Obrador logró más de 50% de los votos; sin embargo, el partido creado en 1929 aún gobernaba 12 estados y era la segunda fuerza política en el Congreso de la Unión.
Todo cambió tras esa elección presidencial, ya que en los comicios de 2021 estuvo en juego 17 gubernaturas y las 500 curules de la Cámara de Diputados. En esa ocasión, el PRI perdió 8 estados ante Morena: Campeche, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Zacatecas y Tlaxcala.
Un año después volvió a llevarse a cabo elecciones y Morena le quitó al PRI dos estados: Oaxaca e Hidalgo. Con ello, iban 10 estados perdidos por el partido que gobernó el país por más de 70 años consecutivos.
El último golpe que tuvo fue en 2023, cuando perdió el Estado de México ante la morenista Delfina Gómez. Esta entidad siempre había sido encabezada por priistas; de hecho, se le conocía como la cuna del PRI. Ahora, sólo gobierna Durango y Coahuila.
Con estos resultados, el PRI pasó de ser la tercera fuerza política a ocupar la cuarta, pues de las elecciones de 2018 a las de 2024, el partido perdió casi 2 millones de votos; es decir, en estos últimos comicios presidenciales, Movimiento Ciudadano tuvo más votos que el partido encabezado por Alejandro Moreno.
De ser un partido hegemónico al frente del Poder Ejecutivo, con mayoría en el Congreso y más de 10 estados gobernados, en estos comicios, el partido no logró colocar a ninguno de sus candidatos a gobernadores, que eran José Yunes Zorrilla para el gobierno de Veracruz, y Laura Haro, para el de Jalisco.
Ahora el PRI es la cuarta fuerza política al haber obtenido 5.7 millones de votos en la elección presidencial. Estos resultados son los más bajos que ha obtenido el partido. Tan sólo en el 2000 cuando perdió por primera vez la presidencia alcanzó 13.5 millones de sufragios, que es casi lo triple de lo que este año obtuvo.