Una mínima inversión gubernamental en atención a la primera infancia ha limitado el desarrollo de políticas públicas para el bienestar de los menores de 5 años, asegura Manuel Pérez, director del Centro de Primera Infancia del Tecnológico de Monterrey.
Aunque algunas entidades federativas sí han implementado programas para esta población, a nivel nacional no se le ha priorizado como es debido, explica, y esto impacta en el desarrollo de las niñas y niños.
“Hoy día la inversión es de menos del 0.3% en primera infancia a nivel nacional”, dice el decano en entrevista.
“Y eso, obviamente, influye en que no haya programas que sean escalables y que lleguen directamente a desarrollar estas competencias que requieren los niños durante esta etapa.
En este centro, el primero de su tipo en México, genera evidencia sobre los problemas de las infancias para que los tomadores de decisiones inviertan más en las niñas y niños.
El poco involucramiento en programas relacionados con la atención de los menores de 5 años también se debe a un desconocimiento de lo importante que es esta etapa de vida y del impacto que tiene en el futuro de las personas, apunta el académico.
Antes de cumplir 6 años, las infancias pasan por procesos fundamentales como el desarrollo cerebral. Por ello, considera, es necesario garantizar que las niñas y los niños cuenten con todo lo necesario para su buen crecimiento.
“Creemos que los niños simplemente están creciendo (...), pero si nosotros no los atendemos y no generamos las condiciones óptimas para que haya un cuidado eficiente, un cuidado apropiado, se pierde esa etapa”, subraya.
Durante el Lanzamiento del Centro de Primera Infacia conocimos por qué se debería empezar por invertir en los primeros 1000 días de vida de una persona para asegurar un futuro sostenible en nuestra sociedad.
— Centro de Primera Infancia (@centroprimIn) January 23, 2024
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En los primeros 2,000 días de vida, las conexiones sinápticas logran un máximo funcionamiento, que permite a las infancias aprender hasta tres idiomas simultáneamente o tocar varios instrumentos, ilustra el doctor Pérez. En esta etapa también se forman los procesos de juicio y pensamiento crítico.
Sin embargo, muchas niñas y niños en esta edad se topan con experiencias adversas que les impiden alcanzar todo su potencial. La pobreza, la violencia en el hogar, abusos verbales, físicos o sexuales, el abandono y hasta el bullying son algunas de las adversidades que comprometen el bienestar futuro de las niñas y niños.
Dependiendo de las adversidades que se presentan en la infancia, si tú tienes cuatro de éstas, empiezas a tener una pobre proyección de bienestar a futuro, no solo en educación, salud, sino en oportunidades para la vida”,
Estos problemas y su impacto en los menores ha sido estudiado por investigadores del Tec de Monterrey y del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
El trabajo es un diagnóstico de experiencias adversas en infancias mexicanas, basado en estudios similares realizados en Chile y Estados Unidos.
Una segunda parte del estudio se desarrolla ahora en el Centro de Primera Infancia, que inició operaciones el 29 de noviembre de 2023 y tiene por misión proponer acciones para que las políticas públicas del país atiendan esas adversidades.
“El objetivo es que en algunos años seamos un referente del tema primera infancia y podamos haber impactado en política pública. Sabemos que toma tiempo, pero es el objetivo central para que de ahí deriven programas que beneficien a los niños y niñas en estas edades”, subraya Manuel Pérez.
“Y sobre todo, promover las experiencias positivas, el cuidado cariñoso eficiente y el ofrecer oportunidades”, agrega el también decano regional de Medicina y Ciencia de la Salud del Tecnológico de Monterrey.
Otras investigaciones que se realizan en el centro tienen que ver con obesidad infantil, lactancia, educación y entornos donde crecen las infancias en México.
Los investigadores son de distintas universidades e institutos, pero encuentran apoyo en el Centro de Primera Infancia para sus trabajados en la materia. Son expertos en educación, salud, economía o salud pública y de perfil transdisciplinario.
Aunque los trabajos sobre primera infancia no son nuevos, reconoce el decano, México se había rezagado en su producción en comparación con otros países, de los que ahora echan mano de su experiencia para mejorar la investigación nacional.
El Centro de Primera Infancia colabora con el Center for the Developing Child de la Universidad de Harvard; el Georgetown University Center for Child and Human Development y el Stanford Center on Early Childhood. También tiene alianzas con la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de los Andes.
El proyecto es financiado por la Fundación Femsa, en un acuerdo por 10 años, y tiene cuatro ejes de operación: investigación, educación, vinculación y divulgación científica.
“Se sabe claramente que el neurodesarrollo y lo que sucede en el entorno de los niños y niñas en estos primeros años es crucial para poder construir sus oportunidades en toda la vida. Por eso es muy importante llegar a los líderes, a los que toman decisiones, pero también a los que cuidan a los niños en el día a día”, subraya el director del centro.
