Se esperaba que los aspirantes a la candiatura presidencial expusieran sus observaciones al método, argumentaran en favor de los debates y de encuestas de una sola pregunta, o criticaran la “cargada” de funcionarios y gobernadores que el viernes anunciaron su apoyo a la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum.
Sin embargo ninguno tomó la palabra y no se abrió la discusión sobre la ruta a seguir, solo se aceptó el método, sugerido por el presidente López Obrador a las llamadas “corcholatas” la noche del 5 de junio, un día después de las elecciones en el Estado de México y Coahuila.
Una semana de deliberación pública cerró con la aprobación de las reglas sin ninguna objeción: inició con quórum de 326 consejeros, minutos antes de las 15 horas, y a las 16:01 ya había acabado, con dos votaciones unánimes.
Sin pleitos ni amagos quedaron definidos el método y la convocatoria.
Lo tardado fueron las pasarelas, casi tres horas para el arribo primero de consejeros, luego de gobernadores y funcionarios, todos requeridos para la fotografía al llegar al hotel sede del evento, en Avenida Revolución, en camionetas de lujo y rodeados de personal de apoyo.
Luego, por goteo, arribaron las corcholatas, Ricardo Monreal y una porra de espontáneos con mantas con sus iniciales “RM”.
También uno a uno, por separado, el diputado petista Gerardo Fernández Noroña, el senador Manuel Velasco, del Partido Verde (PVEM), y la jefa de gobierno de la Ciudad, Claudia Sheinbaum, resguardada por seguidores corpulentos, que fungieron de guaruras.
Incluso suscribieron que vetarán a “medios de comunicación críticos… medios reaccionarios, conservadores, adversarios de la Cuarta Transformación y partidarios del viejo régimen”.