Polarización y democracia
¿Qué opina de la polarización que hay en el país?
A mí me parece grave, me parece un problema serio y me parece que esa es la actitud que está en las dos partes, no es privativa de una y ausente en la otra. Me parece que aquí lo que tenemos que reconocer es que somos y debiéramos ser y seguir siendo una sociedad plural, donde tenemos que reconocer y respetar diferencias, donde tenemos que buscar los entendimientos hasta donde éstos sean posibles. Yo creo que, en términos generales, habría muchos temas donde hay coincidencias y se podría avanzar.
¿Ve riesgos en cómo se usan las palabras desde el poder?
Pues si eso se agudiza puede ser riesgoso, si no, pues queda en la anécdota. La confrontación la vamos a tener seguramente en muchos aspectos, de la vida pública, de la vida privada, etc. Pero me parece que lo que no tenemos que hacer es buscar la confrontación por la confrontación misma.
¿No siente que eso es lo que ocurre muchas veces desde el discurso presidencial?
Puede ser que ese sea el efecto, efectivamente.
¿Ve riesgos en la democracia y que no se pueda consolidar?
Yo quiero ser optimista y quiero pensar que sí podemos avanzar en un proyecto democrático y llegar a consolidarlos, ir superando toda la presencia de la delincuencia que tenemos actualmente, una economía que crezca, que crezca consistentemente, que haya una mejor aplicación del gasto público, etc. Yo quiero ser optimista en ese sentido.
Pero, ¿ve riesgos institucionales con lo que está pasando por ejemplo con el INE, el que no se respete la división de poderes?
En riesgo yo diría de que perdiéramos la condición democrática al final de cuentas tiene el país, con todas las deficiencias que haya, no lo veo. Ahora sí creo que no hay que impulsar la polarización por la polarización misma, hay que entender que la polarización existe y que es, incluso, una condición de la democracia y del pensamiento libre.
¿Cómo construir sobre esas coincidencias en un país con esa polarización?
Pues yo creo que aquí no hay más receta que haciéndolo, no puede haber otra.
Ve usted una figura que pueda ser el canal de enlace para poder construir hacia allá?
Me parece que la primera discusión en la que debiéramos estar ahora no es de persona o personalidades, sino debiéramos estar discutiendo los programas de gobierno, es decir, ¿quieres que te apoyen? ¿Qué es lo que estás ofreciendo? Es decir, ¿por dónde vas a resolver los problemas? Este debería ser el gran diálogo y la gran discusión a lo largo y ancho del país.
¿Hay tiempo de construirlo, de llamar a sentarse a la mesa?
Tiempo de llamar, sí. Tiempo de construir, pues aquí una de las grandes fallas que tenemos a lo largo de nuestra historia política y de nuestra historia de las administraciones es que no hemos dado continuidad a lo que se estaba haciendo bien. Esto es del anterior, no sirve. Y bueno, yo creo que hay muchas cosas que sí sirven y a las que se le tendría que haber dado más atención y no tratar de inventar el agua caliente cada vez que viene un cambio de gobierno.
De esa continuidad hablaba el presidente en su acto del Zócalo, al decir “nada de zigzaguear”, “nada de medias tintas”, es continuidad con cambio. ¿Qué lectura le da a eso?
Tenemos una historia, sobre todo a partir de 1935-1936, en que el que cuando ha pretendido, que no es en todos los casos, cuando ha pretendido prolongar, ya no digo su mandato, sino sus políticas, pues ha fracasado. Ninguno de los que lo ha intentado, lo ha podido lograr. Y eso a mí me parece muy bueno, es una renovación en este caso de las políticas, es una renovación de las clases políticas también, de las formas de administrar, etc.
"Sería deseable que quienes pretendan un cargo público nos digan para qué lo quieren, qué van a hacer, cuál es el compromiso público que asumen.
Me parece que es importante que si yo quiero aspirar a tal o cual cargo público, pues les diga a quienes estoy buscando su apoyo, pues es esto lo que quiero hacer, no voten por mí, por mi bonita figura, porque me peino muy bien o tengo un bigote muy largo.
Pareciera ser que la jugada es decir que sí a todo y vamos a continuar con el proyecto sin mover nada para poder ser el elegido…
Pues no sé cómo van a ser las famosas encuestas, vamos a ver qué dice la tómbola en este caso.
¿Usted cree que hay unas condiciones para que se hubiera un movimiento disidente, constructor, como el que usted encabezó en 1988?
No las veo en este momento, pero nunca sabe uno por qué se dan estos movimientos de disidencia a veces. No estoy pensando en una disidencia de gente del gobierno, pero son movimientos que nunca sabe uno en qué momento pueden surgir o van a surgir y con qué arrastre, con qué jalón pueden hacerlo.
¿Se puede hablar de figuras ahora?¿Cómo ve a la oposición?
En la oposición lo que no veo son propuestas, propuestas de qué quieren hacer en el país. Muy bien, no quieren que haya continuismo respecto al gobierno actual, pues esa es una propuesta y ¿qué más? Eso es lo que no se ve. Y tampoco veo en el lado del gobierno qué nos están proponiendo, porque los seis años que están por delante son distintos de los seis años o de los cuatro y el año y medio que falta de lo que pueda suceder aquí en el país, pero qué nos están proponiendo para los próximos seis años.
Usted plantea que debe haber un proyecto, pero… ¿y la persona?
Yo no la veo, yo no la veo en este momento.
¿Usted podría encabezar ese proyecto?
Yo ya cumplí con lo que tenía que cumplir en ese sentido.
¿Su hijo Lázaro?
Pues todo es posible, digo, hasta donde yo entiendo no está en eso, pero todo es posible. Yo diría que hay 110 millones de ciudadanos que no tienen antecedentes penales y que tienen la edad y podrían ser candidatos.
¿Es tiempo de volver a ver al cardenismo?
Yo no creo en el cardenismo, ni mi padre creía en el cardenismo, ni en la familia creemos en el cardenismo. Creo que hay que hablar de contenidos, hay que hablar de qué se quiere hacer y cómo se quiere hacer.