En sí, este suceso se refiere a las acciones que emprendió, en diciembre de 1994, el secretario de Hacienda entrante, Jaime Serra Puche. Éste decidió, presionado por la falta de reservas internacionales, devaluar la moneda elevando la banda de flotación del peso 15%.
La información se difundió y hubo una inmediata fuga de capitales que, al no poder sostenerse, terminó con la libre flotación del tipo de cambio. Esto acrecentó la devaluación. Estados Unidos intervino con un préstamo para México de 20,000 millones de dólares, pero bajo la condición de elevar la tasa de interés.
La devaluación más la subida de las tasas de interés en los bancos dejaron a miles de empresas y familias en la bancarrota y con deudas impagables.
Pero el error de diciembre no fue sino el triste final de un artificio de las finanzas públicas del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Su gobierno, para sostener el crecimiento económico y un elevado gasto social y clientelar, recurrió al endeudamiento público a través de los Tesobonos.
El atractivo de los Tesobonos era que funcionaban como una cobertura cambiaria al ser pagaderos en dólares. Por eso, el gobierno de Ernesto Zedillo no pudo hacer frente a estas obligaciones, con un tipo de cambio semifijo y la eminente escasez de reservas en dólares. ¿Por qué?
Porque esta forma de atraer capitales hizo que se sobrevaluara el peso de manera artificial, algo que se volvió insostenible. La devaluación era inminente, pero no se dio de manera ordenada y en eso radica, según los especialistas, la responsabilidad de Zedillo.
La crisis que resultó es una de las peores en la historia económica de México, el PIB se contrajo más del 6%, la pobreza y el desempleo crecieron a niveles de los que el país no pudo recuperarse de inmediato y el efecto financiero se extendió a otros países: El efecto Tequila.