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Gilberto Guevara Niebla: “No hay proyecto educativo en este sexenio”

El exsubsecretario de Educación señala que el gobierno de López Obrador se fijó la meta de echar abajo la reforma educativa de Peña Nieto, pero se olvidó de establecer un proyecto propio y sustentado.
dom 13 febrero 2022 11:59 PM
Gilberto Guevara Niebla
Gilberto Guevara Niebla es coordinador del libro 'La regresión educativa', que reúne 14 ensayos acerca de las acciones emprendidas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en materia de educación.

Gilberto Guevara Niebla afirma que decidió unirse al gobierno de Andrés Manuel López Obrador atraído por su promesa de buscar la justicia social. Al principio del sexenio en 2018, se incorporó a la Secretaría de Educación Pública (SEP) como subsecretario de Educación Básica, pero dejó el cargo en 2019 y más adelante salió de la dependencia, inconforme con el rumbo que empezó a tomar la política educativa.

Hoy, mientras López Obrador está ya en la segunda mitad de su mandato, Guevara Niebla afirma que esta administración carece de un proyecto educativo y está tomando decisiones que causarán retrocesos en este terreno.

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Junto con otros académicos, el investigador expone estos argumentos en el libro La regresión educativa, publicado en diciembre por la editorial Grijalbo y del cual es coordinador.

La obra reúne 14 ensayos de temas como las becas, las Universidades Benito Juárez y los efectos de la pandemia en la educación, y uno de sus puntos centrales es que el gobierno de López Obrador marcó como prioridad echar abajo la reforma en la materia aprobada durante el mandato de Enrique Peña Nieto (2012-2018), pero después de lograrlo no tuvo un plan propio para sustituirla.

“No hay proyecto educativo en este sexenio. Hasta los últimos días se dio a conocer que se quieren cambiar los planes de estudio a través de asambleas, pero eso que se anuncia es un esfuerzo tardío”, señala Guevara Niebla, quien es maestro en Ciencias por la UNAM y fue parte del extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).

En entrevista, el investigador advierte también que el presupuesto para educación sigue siendo insuficiente y está mal enfocado. También, que ignorar conceptos como “calidad educativa”, “competencias” o “evaluación” tendrá consecuencias negativas, y que si México no prepara a sus jóvenes para la revolución tecnológica global, los dejará condenados al desempleo.

¿Cómo fue el desencanto que vivió en la SEP y lo llevó a dejar el gobierno?
Creo que, como le ocurrió a muchas personas, yo fui atraído principalmente por el discurso de Andrés Manuel que va dirigido a la justicia social. Ese es un objetivo poderoso que atrae a mucha gente. Cuando acepté trabajar en la SEP, pensaba que se iba a trabajar en esa dirección, pero me sorprendí cuando llegué. Advertí, en primer lugar, que se estaban haciendo recortes muy drásticos al presupuesto educativo. Y luego, dentro del presupuesto educativo, se estaban desapareciendo programas y se estaba canalizando la mayor parte de los recursos a las becas, de tal manera que las áreas que tienen crucial importancia para la tarea educativa, como formación de profesores, escuelas normales, educación continua, producción de nuevos materiales o equipamiento de computadoras en las escuelas, en vez de orientarse hacia allá, el presupuesto se estaba yendo a becas.

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Muy pronto la secretaría tuvo problemas. Además, se agregó una política de austeridad que fue excesiva, porque impidió que la secretaría contratara asesores, que los funcionarios hicieran viajes en avión o pudieran mover a maestros de los estados hacia la capital. La secretaría fue enflaqueciendo y a la postre lo que quedó fue un esqueleto… Pero lo más grave de todo fue que, aunque se demolió la anterior reforma educativa, la SEP nunca lanzó un plan para mejorar la educación de México. El planteamiento que están haciendo la secretaria (Delfina Gómez) y Marx Arriaga (director general de Materiales Educativos) es absurdo: decir que los planes de estudio eran neoliberales y ahora hay que acabar con el neoliberalismo.

¿Había algo positivo en la reforma aprobada en el sexenio de Peña Nieto?
Esa reforma tenía dos elementos. Uno, quería mejorar los aprendizajes. La estrategia que se propuso fue evaluar al profesor y, una vez evaluado, ofrecerle una formación o capacitación ad hoc. Mejorando a los profesores se iba a mejorar la enseñanza y se iban a mejorar los aprendizajes. El otro elemento era estar evaluando, a través del INEE, de manera regular y sistemática, el proceso educativo, pero esto nunca se discutió. Destruyeron al INEE, en las nuevas normas educativas se eliminaron las palabras “evaluación” y “calidad”. Entonces, es una cosa muy regresiva, muy oscurantista, no se quiere mejorar la educación, lo que se está produciendo es un daño gravísimo que se manifiesta en el abandono educativo.

No hay dinero, se cierran programas como Escuelas de Tiempo Completo, la mayor parte del dinero se va a becas, y no quiere decir que las becas en sí sean malas, sobre todo cuando se dan a niños de origen muy humilde, pero la manera en que se dan las becas hace que parezcan dádivas. Se da dinero directamente a los padres, no se pide nada a cambio. Se supone que se dan las becas para que mejore el aprendizaje o lograr que los niños se queden en la escuela, pero no se está logrando ni una ni otra cosa. En las estadísticas de este año se ve que en educación superior ha habido una gran deserción. Claro, bajo la pandemia no se puede esperar otra cosa, pero el problema es que la beca no ha ayudado a restringir la deserción. No tenemos evaluaciones adecuadas de lo que hemos perdido porque no hay quién haga evaluación… El otro proyecto educativo, aparte de las becas, solo es uno: las Universidades del Bienestar Benito Juárez . Se supone que en un año se construyeron 100, pero son un desastre, no se cumple con los protocolos académicos, no hay personas bien calificadas, no hay evaluación tampoco.

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El presidente se muestra interesado en universalizar el acceso a la educación superior. ¿Lo está haciendo con bases?
El presidente está preocupado porque no haya selección en las universidades. En la ley ya quedó consagrado que la educación superior es gratuita y obligatoria, pero en el momento en que se abre el derecho a la educación superior de todos, se necesita hacer una gran inversión para expandir la oferta, cosa que no ha sucedido, al contrario. La educación superior ha sido castigada financieramente, y pensar que las 100 Universidades del Bienestar van a constituir la respuesta a esta ampliación de oferta educativa es una falsa esperanza. Son pequeñitas, escuelas hechas con muy pocos recursos, que sí atienden a alumnos de poblaciones desfavorecidas, pero no tienen profesores de calidad ni planes de estudio diseñados, no hay órganos académicos colegiados, nadie las evalúa.

¿Cuáles son las principales deficiencias de la política educativa del gobierno?
En un proyecto de justicia social se necesita inyectar una gran cantidad de recursos al sistema educativo, cumplir con lo que dice la Ley General de Educación : que se le otorgue el 8% del PIB. Y además de dinero, se necesita definir con claridad cómo combatir los vicios de nuestra cultura, cómo mejorar la ética de los individuos, la moral de los individuos y la moral colectiva, cómo formar individuos íntegros, autónomos, con dignidad humana y, al mismo tiempo, que tengan competencia para incorporarse al mercado de trabajo. Necesitamos incorporar una dimensión cognitivo-instrumental para el trabajo práctico e incorporar una dimensión moral-ética en la educación nacional. Para eso, necesitaríamos tener muy claro el perfil de los mexicanos del futuro.

Por otro lado, la educación debe dar respuesta al problema de la desigualdad. ¿Cómo? Con políticas equitativas. Esto no quiere decir iguales para todos, hay que darle más a los que menos tienen y mantener la calidad en todo el sistema, no nada más es levantar la parte podrida del sistema. También se necesita una política educativa para hacer frente al gran desafío que es la revolución tecnológica. Si no estamos preparando en habilidades digitales a nuestros muchachos, los estamos condenando al desempleo o al mal uso de las tecnologías digitales, como está ocurriendo en la actualidad. Se necesita una política para fortalecer al sistema educativo, a los maestros. El maestro es un profesional de segunda, no podemos esperar buena educación mientras sigamos considerando así a los maestros.

La educación superior ha sido castigada financieramente, y pensar que las 100 Universidades del Bienestar van a constituir la respuesta a esta ampliación de oferta educativa es una falsa esperanza”.

¿Qué riesgos ve si el país se mantiene sin un proyecto educativo firme?
Vivimos en una sociedad que está autodestruyéndose. Es un hecho, lo vemos todos los días simplemente con la violencia. Es una epidemia que se ha extendido por todo el país, no cesa sino que crece, ha arrancado al Estado áreas de control. Los fundamentos de la convivencia social se están cayendo, la corrupción sigue siendo un problema social y cultural profundo porque no se está atacando de la manera más adecuada, que solo puede darse a través de una buena educación moral, de una ética educativa, y no solo mediante la aplicación de la ley y la sanción a los que incurren en la corrupción.

Incluso ahí, lo que observamos es que el sistema de justicia tampoco funciona, tampoco se castiga la corrupción, no hay evidencia de que esto esté cambiando. Entonces, estamos ante una descomposición social muy grave. Tenemos que reaccionar ahorita, y esto es un problema de todos los mexicanos, no es problema de un grupo, es un problema social de la mayor importancia.

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