De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, a la fecha se ha vacunado a 12 millones 444,189 adultos mayores, el 83% de la población objetivo, es decir que tampoco se ha logrado completar la cobertura de vacunación a las personas de más de 60 años.
“La aceptación de una tercer dosis o la indicación de otra dosis viene siempre con ese ‘letrerito’ así lo marcó la Organización Mundial de la Salud: ‘hay que vacunar al resto de la población, a grupos rezagados, hay que intentar el 100% de la población nacional o mundial en ese sentido esté vacunada”, recuerda la especialista de la Universidad La Salle, Jessica González, al comentar que no solamente se trata de aplicar la dosis de refuerzo a quienes ya se tienen un esquema sino también a los que no tienen ni una dosis, ya sea por renuencia o porque no se ha podido llegar a sus comunidades.
La inmunidad no sirve de nada que solamente grupos reservados tengan una protección mayor si continúan existiendo grupos de población que no tienen ni un poco de protección o inmunización de una vacuna.
Ambos especialistas coinciden en que hay evidencia científica sustentada para la combinación de los refuerzos, como lo han hecho en otros países. Agencias sanitarias en el mundo, como la FDA de Estados Unidos o EMA de la Unión Europea ya han aprobado la aplicación heteróloga de las vacunas de refuerzo.
“La Organización Mundial de la Salud al inicio recomendó que solamente se aplicara el refuerzo de una vacuna que ya se había aplicado previamente; sin embargo hay estudios y los científicos empezaron a decir que podría convenir una combinación de vacunas”, dice la académica de La Salle.
Esto, señala, debido a que se ha investigado que, por ejemplo, si se combina una de ARN con una de vector viral, la inmunidad incrementa, por lo que se puede aplicar dos distintas.
“No hay riesgo tal cual de que se aplique como refuerzo AstraZeneca a quien no se le aplicó originalmente e incluso a quien sí se le puso”, afirma.
#QuéPasóCon las dosis de refuerzo contra COVID-19