Al inicio de la pandemia (marzo-abril), por ejemplo, la tasa de letalidad en el decil más pobre era superior al 30%, mientras que para el decil más rico la tasa era de apenas el 7%.
Con el paso de los meses, la relación se hizo menos desigual. Tanto así que, para el periodo de noviembre, la tasa de letalidad por COVID-19 entre los más desfavorecidos era ligeramente superior al 10%; mientras que para el estrato más adinerado la tasa fue cercana al 5%.
Aún así, los pobres tenían, hasta ese momento, el doble de probabilidades de morir por el coronavirus que los más ricos.
Los más pobres enferman más gravemente
“También mostramos que entre las personas que dieron positivo, las que tenían ingresos más bajos tenían, de hecho, cuatro veces más probabilidades de ser hospitalizadas, lo que significa que experimentaron una enfermedad más grave que las personas más ricas”, detallan las conclusiones del estudio realizado por los científicos mexicanos.
Este patrón se repite en el caso de Bélgica pues, según un estudio realizado para este país, los belgas más pobres tienen el doble de probabilidades de morir que los del decil más rico. Para el caso de Suecia, los hombres más pobres tienen un 75% más de probabilidades de morir por COVID-19 que las personas que se ubican en el grupo con el 33% de ingresos más alto.
Una explicación podría ser que los pobres tienen una mayor prevalencia de comorbilidades como diabetes, obesidad o enfermedades cardiovasculares que los estratos más altos.
Una mayor tasa de comorbilidades podría ser la causa subyacente del gradiente de ingresos negativo en la mortalidad por COVID-19"
Esto coincide con lo expresado en otro análisis publicado en el International Journal of Infectious Diseases , donde los autores expresan que, para el caso mexicano, “los grupos marginados tienden a tener una mayor prevalencia de afecciones crónicas como la obesidad, la hipertensión y la diabetes”, concluye el texto.