El COVID-19 no solamente disminuyó la esperanza de vida de los mexicanos, sino que impactó de manera desigual a la población mexicana, afectando especialmente a los grupos más marginados, según dos recientes estudios.
COVID resta esperanza de vida de mexicanos y golpea a los más marginados
Recientemente, una publicación llamada ‘Heterogeneidad en el exceso de mortalidad y su impacto en la pérdida de la esperanza de vida por Covid-19: evidencia de México’ se descubrió que la pandemia de COVID-19 redujo hasta en 3.6 años la esperanza de vida de los mexicanos.
El análisis estuvo a cargo de Víctor Manuel García, profesor de El Colegio de México e Hirám Beltrán Sánchez, profesor asociado de la Universidad de California, quienes especificaron que, los hombres, en la gran mayoría de los estados del país, perdieron más de tres años de esperanza de vida.
El impacto, para el caso de las mujeres es menor, pues perdieron en promedio 2.5 años de esperanza de vida a causa de la difusión del virus en el primer año de la pandemia. Según los investigadores, esta pérdida en la esperanza de vida se podría revertir en el mediano y largo plazo, en la medida que el COVID se convierta en una enfermedad endémica, como la gripe.
La población más marginada tiene más riesgo de morir de COVID
Por otro lado, el exceso de mortalidad que ha vivido el país debido a la pandemia de COVID-19 tuvo una asociación positiva con el índice de envejecimiento, el grado de marginación y el tamaño promedio del hogar, según un análisis publicado en el International Journal of Infectious Diseases , sobre el impacto de COVID-19 en México.
El estudio tomó en cuenta los datos de mortalidad por todas las causas y por COVID-19, en México, entre marzo de 2020 y abril de 2021. Entre los resultados se confirmó que, estadísticamente, entre más marginada está una población en el país, es más probable que los habitantes se infecten de coronavirus:
“Debido al contexto de sus arreglos de vida, mismos que pueden dificultar la capacidad de autoaislamiento y distanciamiento social”. Además, según los autores, “los grupos marginados tienden a tener una mayor prevalencia de afecciones crónicas como la obesidad, la hipertensión y la diabetes”.
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Asimismo, el estudio indica que la población marginada también tiene un mayor riesgo de morir debido a otras causas indirectas, como el acceso limitado a un sistema de atención de salud ya estresado, resultados de salud mental deficientes, inseguridad alimentaria, menor educación en temas de salud, entre otros.
El índice de marginación utilizado en el estudio pondera las inequidades en la calidad de la vivienda, acceso a servicios públicos básicos como luz y agua potable, escolaridad, proporción de población mal pagada y otras características sociodemográficas y de salud de la población, según la Comisión Nacional de Población (Conapo).
Chiapas, el caso atípico y CDMX, la más golpeada
En los dos estudios citados en esta nota, Chiapas resalta por evadir las tendencias estadísticas. Por un lado, a pesar de tener un alto índice de marginación y una mayor concentración indígena, este estado del sur del país tuvo la tasa de exceso de moralidad más baja.
Y no solamente eso, junto con Oaxaca, Chiapas es el estado con mayor resiliencia al COVID-19 y una de las entidades donde menos se redujeron los años de la esperanza de vida. Los investigadores del Colmex atribuyeron este comportamiento al hecho de que en Chiapas y Oaxaca las poblaciones están más dispersas y a que las propias comunidades se hicieron cargo, de manera autónoma, de mantenerse aisladas.
Mientras en la mayoría de las poblaciones indígenas del mundo el impacto del COVID-19 es más fuerte que entre la población no indígena, en México no ocurre así para el caso de estados como Chiapas, según Sushma Dahal, autora principal del segundo estudio e investigadora de la Universidad de Georgia. Esto hace necesaria una profundización en el estudio de los indígenas de México y su manera de afrontar la emergencia sanitaria.
En contraste y de manera muy intrigante, en este estudio encontramos una tasa de exceso de mortalidad más baja durante la pandemia en los estados mexicanos con una mayor proporción de población indígena nativa”.
Pero la mejor pista podría seguir siendo la conglomeración de la población. Sushma Dahal y compañía también indican que, durante la pandemia de la gripe de 1918, los condados del norte de Arizona, con áreas poblacionales más cercanas entre sí, tuvieron similares excesos de muertes. Mientras que los condados del sur, con menor densidad poblacional, sufrieron un menor impacto al respecto.
Por esta misma razón, se puede explicar que, en ambos estudios, la Ciudad de México haya sido la entidad más golpeada por el COVID-19.
En el estudio de El Colegio de México, se destaca que los habitantes de la Ciudad de México perdieron entre 3.5 y 6 años en la esperanza de vida, para hombres y mujeres, respectivamente.
Y, en el análisis estadístico de la Universidad de Georgia, se reportó que casi el 20% de todas las muertes en exceso, entre marzo de 2020 y abril de 2021, sucedieron en la capital del país.