9. Para el 2 de octubre se convocó a un mitin en la Plaza de las Tres Culturas. Cientos de estudiantes se dieron cita en Tlatelolco. Mientras esto ocurría, el Ejército vigilaba que no hubieran disturbios.
Cerca de las seis de la tarde, casi finalizado el acto, un helicóptero sobrevoló la plaza y disparó luces de bengala, lo que se ha interpretado como señal para que los francotiradores del Batallón Olimpia ubicados en el edificio Chihuahua abrieran fuego en contra de los manifestantes.
Entonces comenzaron los intentos de los jóvenes por huir y la confusión. Distintos testimonios señalan que algunos vecinos abrieron las puertas de sus departamentos para resguardar a los muchachos, aunque los militares iniciaron cateos y detenciones que se prolongaron hasta las primeras horas del 3 de octubre. El número de víctimas sigue sin estar claro, al igual que el de heridos y detenidos. Algunas estimaciones señalan que hubo 700 lesionados y más de 5,000 aprehendidos.
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10. En los días siguientes, mientras diferentes autoridades intentaban justificar la actuación militar, bajo argumentos como que había estudiantes armados, también se registraron protestas hacia el gobierno. El escritor Octavio Paz, por ejemplo, renunció a la embajada de México en India.
A la par, algunos líderes estudiantiles mantuvieron contacto con representantes del gobierno y, según el recuento de Nexos, informaron a sus compañeros que el Ejecutivo tenía intención de cerrar las instituciones públicas de educación superior.
11. El sábado 12 de octubre, el presidente Díaz Ordaz inauguró los Juegos Olímpicos. En ese momento, un grupo de manifestantes lanzó sobre el palco presidencial un papalote de color negro en forma de paloma, en repudio por la matanza del 2 de octubre. En noviembre se realizó un acto luctuoso en honor a las víctimas y, para el 4 de diciembre, los estudiantes regresaron a clases.
12. A partir de entonces, lo ocurrido el 2 de octubre se convirtió en un hecho emblemático del México de segunda mitad del siglo XX, en un tema que unió a diversos opositores al gobierno, y en punto de partida de las reformas políticas que eliminaron el delito de "disolución social", abrieron el régimen a la pluralidad y, a la larga, permitieron más participación social en la vida pública.