¿Voto de confianza o clientelar?
Para los expertos que participaron en La Red Escucha es una buena noticia que la ciudadanía esté “vacunada” contra estas prácticas en el sentido de que piensan: ‘no pues le cambian el nombre y todo, pero las cosas siguen’ y se está perdiendo el miedo y creen que se puede ejercer su voto con libertad, lo que es buena noticia.
“La mala noticia es que persisten las prácticas de coacción, las ofertas, esta sensación que puede haber un intercambio que en el fondo es lucro político con la población, eso sigue existiendo, pero no es tan grande”, insistió Gómez Hermosillo.
El director de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza expuso que la gente ahora sabe que las amenazas de que los saquen de los programas.
“Están vacunados de que las promesas de campaña quedan vacías y que los repartos de tarjetas o apoyos quedan vacías y no son nada”, dijo, aunque señaló que se tienen que encontrar medidas institucionales porque ya no es un asunto de delito electoral, sino de cómo hacemos que funcione la política social.
Consideraron que a pesar del temor, hay mayor conocimiento de que amenazar o comprar el voto a través del programa no necesariamente es efectivo y es mejor mantener el programa todo el año y que la gente sienta los beneficios y se empiece a asociarlos o no con un partido.
El director de Parametría planteó que eso lleva a otra discusión sobre si es una forma legítima de tener preferencia electoral, al tener un buen programa de gobierno o una buena política pública, por lo que beneficia al gobierno que está ejerciendo, o si se consideran como programas “clientelares”.
“Es la forma más crítica de verlo, pero es una crítica académica, los usuarios de los programas no son tan críticos, son beneficiarios y lo agradecen. Sí creemos que tendrá un impacto, lo que no sé es de qué tamaño”, sostuvo Abundis.
Si un programa social como política pública funciona y el elector se lo agradece al gobierno en turno no estoy bien seguro que lo podamos considerar como clientelar.