En 2020, tras las cifras de subregistro de muertes por COVID-19 señaladas por medios internacionales, se conformó un grupo de varias dependencias para determinar el número de decesos directa e indirectamente relacionados con la pandemia.
De acuerdo con el análisis que hace un grupo interdisciplinario, en el que participa la Secretaría de Salud y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) hasta el 13 de febrero pasado se contabilizaron 417,002 decesos extras de las esperadas, de las cuales el 70.6% (294,287) estaba asociado a COVID-19.
Por su parte, el INEGI señaló en un informe preliminar que hasta octubre, había 45% más muertes de las reportadas por la Secretaría de Salud cada día.
Por su parte, el informe “La respuesta de México al COVID-19: Estudio de Caso" de la Universidad de California plantea que el país tiene una de las tasas más altas de casos y muertes por COVID-19 que incluso es mayor por el bajo número de pruebas que se aplican. “Esta escasez de pruebas implica que el subdiagnóstico y el subregistro de las muertes por COVID-19 es muy sustancial”, expone.
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Según el documento “un número excepcionalmente elevado de infecciones no se detecta (aproximadamente una de cada 30)”, pues aunque la prevalencia de enfermedades crónica ha contribuido en las elevadas tasas de mortalidad, señala que el 50.6% de las muertes se han producido entre la población de menos de 65 años, aunado a que existe una proporción de muertes extrahospitales alta, estimada en 58% por el INEGI.